La convivencia con una persona que sufre depresión es un reto muy complejo. Ver a un ser querido convertirse en alguien apático, triste y sombrío resulta una experiencia muy dolorosa que puede afectar la vida de las personas que le rodean.
La convivencia con una persona que sufre depresión es un reto muy complejo. Ver a un ser querido convertirse en alguien apático, triste y sombrío resulta una experiencia muy dolorosa que puede afectar la vida de las personas que le rodean.
No es de extrañar que la irritabilidad y susceptibilidad del paciente se extiendan al entorno familiar, quienes se pueden llegar a sentir manipulados e incluso, utilizados.
El primer paso es lograr hacer entender a la familia o pareja que la depresión es una enfermedad mental que afecta el estado de ánimo de manera directa.Una persona deprimida sufre de muchos cambios en el humor y la actitud del paciente no es intencional o con fines manipulativos.
No obstante, no podemos dejar de lado que el entorno debe lidiar con las consecuencias y aprender a aceptar las alteraciones emocionales que la enfermedad del familiar o la pareja produce en ellos mismos.
El objetivo principal es encontrar balance, no como un concepto general, sino más bien un tipo de equilibrio que se ajuste a la situación particular por la que se está atravesando. Por ejemplo, crear espacios en los que la pareja o familia pueda oxigenarse de la situación, es un buen comienzo. Esto no significa que se abandone al paciente, al contrario; estos espacios se convierten en la vitamina necesaria para obtener nueva energía y poder seguir enfrentando la situación sin caer en reproches, o peor aún, en dejarse envolver en los sentimientos depresivos que acompañan a la pareja.
El amor hace que se quiera “sacar” a la persona de ese estado emocional alterado, obligándola a hacer cosas y actuar como lo era antes. Debemos entender que bajo presión, el paciente no va a responder de la manera que deseamos.
La carga que lleva en los hombros la pareja o entorno familiar involucrado puede llegar a convertirse en algo muy pesado y debemos concientizar que el problema no es nuestro, que no somos responsables por la sanación del otro y que existen momentos en los que no podemos intervenir, no por desamor, sino porque nuestra propia salud mental también está en juego.
Dentro de las herramientas que los terapistas ofrecen al entorno familiar podemos mencionar las siguientes:
Trabajar la empatía
Un recurso muy poderoso que, acompañado de la escucha activa, provee un entorno acogedor para el paciente, ofreciéndole momentos de sinceridad y apertura que ofrecen el poder de entendimiento en la pareja sin necesidad de convertirse en parte del problema.
Dejar a un lado los prejuicios
Los juicios a priori acerca de la depresión han creado un estigma social alrededor de las personas que la padecen. Administrar y re-dirigir la idea predefinida acerca de la depresión comprende la eliminación de las falsas creencias, salir de nuestra zona de confort. Informarnos, conseguir ayuda profesional y conversar acerca del tema con otros familiares puede ser de gran ayuda y guiatura.
Organización
Un aspecto que favorece la repartición de la carga es ser organizados, otorgar tareas y responsabilidades. Hacer del entorno familiar un equipo de alto rendimiento alrededor del paciente, donde cada uno colabore dentro de un acuerdo general y en el ámbito de sus posibilidades de tiempo y fortaleza emocional. De esta manera, todos tendrán un tiempo propio para refrescarse y seguir enfrentando la situación con la mejor actitud posible.
No dejarse llevar
Es muy común que el cansancio produzca la sensación de estar presentando síntomas de depresión. Con la ayuda de un profesional, la pareja debe establecer un plan de emergencia consciente para los tiempos en los que se sienta abrumado, recobrar el equilibrio propio y no dejarse llevar por la tristeza o apatía de su compañero o compañera.
Celebrar los pequeños logros
Actuar con alegría y celebración ante las pequeñas tareas que el paciente realice. No se trata de “premiar” todo lo que haga, pero si saber reconocer cuáles son las cosas que han podido costarle mucho esfuerzo y que realizarlas conllevan gigantescos pasos a la recuperación.
Por último, pero no menos importante, dar demostraciones de cariño, ternura y amor. Abrazos, besos y atenciones son pequeños gestos que fortalecen el vínculo de confianza del paciente hacia la pareja, generan apertura y permiten que la persona que sufre de depresión se sienta acompañada y respaldada.
Queremos ayudarte a superar tus problema de pareja. Si nos aportas más información sobre tu situación podremos
entender mejor lo que pasa en tu relación: