Gracias al apoyo e indicaciones de organismos internacionales, muchos gobiernos occidentales han realizado importantes esfuerzos, a través de campañas de sensibilización y de la adopción de medidas legislativas, dirigidos a reducir la violencia de género
Gracias al apoyo e indicaciones de organismos internacionales, muchos gobiernos occidentales han realizado importantes esfuerzos, a través de campañas de sensibilización y de la adopción de medidas legislativas, dirigidos a reducir la violencia de género. Este flagelo ha ocurrido desde tiempos inmemorables, y hoy en día es considerado un problema de salud pública. Lamentablemente, el porcentaje de mujeres víctimas de violencia de género sigue siendo muy alto. Como aspecto positivo, se puede mencionar que esta problemática es de conocimiento general, y en algunos países se hacen esfuerzos para que funcionarios públicos sean sensibilizados y capacitados para recibir y procesar las denuncias. Sin embargo, las intervenciones se realizan básicamente ante la violencia física y el ataque sexual.
¿Y la violencia psicológica?
La violencia psicológica contra las mujeres es menos visible, no deja marcas en el cuerpo y se determina a través de evaluaciones con psicólogos especializados. Al no evidenciarse la agresión, como ocurre en la violencia física o sexual, puede pasar desapercibida y con menos elementos concretos para formular denuncias. La psicológica es la forma más perversa y compleja de la violencia de género. Consiste en agresiones a lo largo del tiempo, realizada por sus parejas o exparejas, donde se lesiona la salud mental o emocional de las mujeres y se concretan mediante insultos, ridiculizaciones, descalificación en sus condiciones de madres o amantes, amenazas, burlas, gritos, vigilancia, aislamiento de amistades y de otros vínculos fuera del hogar. Generalmente anteceden a la violencia física.
¿Qué hacer ante la violencia psicológica?
Las mujeres víctimas de la violencia de género, por lo general tienen un vínculo afectivo con el agresor y se han vuelto dependientes emocionalmente y, en algunos casos, económicamente de su pareja agresora, por lo que se les dificulta por sí solas solucionar la problemática. Si es una relación reciente o no viven juntos, la mujer puede detectar indicios de un posible agresor tales como: la desconfianza, control y vigilancia hacia sus actividades así como intentos de aislarla de amistades y otros vínculos. Es importante, en este caso, observar y escuchar las opiniones de amigos y familiares, quienes pueden percibir con mayor objetividad la situación. Además, pueden optar por la orientación psicológica. En una relación de varios años, la mujer puede encontrarse temerosa, deprimida y/o anulada en sus capacidades vitales. Necesita atención psicológica para elaborar las consecuencias generadas por la violencia de género y rehacer su vida. Es importante orientarla y apoyarla en la búsqueda de ayuda; existen instituciones gubernamentales con personal calificado para canalizar la misma. También existen diferentes modalidades terapéuticas. Vale la pena ayudarla a cambiar hacia una mejor vida.
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