En consulta, es muy habitual recibir a padres preocupados de que su hijos tienen amigos imaginarios. A continuación, vamos a explicar sobre esta preocupación.
A finales del siglos XIX comenzaron a estudiarse el fenómeno de los amigos imaginarios, estudios que se centraba en niños con carencias afectivas, como, por ejemplo, niños huérfanos o abandonados. A medida que hemos ido avanzando, dichos estudios se ampliaron a la población general, a cualquier niño, y se observó que la mayoría de los niños presentan dicho fenómeno.
La definición más extendidas es la de Svendsen (1934), quien definió dicho fenómeno como “un personaje invisible, nombrado y referido en conversaciones con otras personas, con el cual el niño juega directamente o por lo menos durante algunos meses, que tiene un aire de realidad para el niño, pero no tiene aparentemente ninguna base objetiva”.
Generalmente, la aparición del amigo imaginario suele rondar entre los 2 y 8 años, y más de la mitad de los niños, han tenido o tienen un amigo imaginario en esa franja de edad. Ahora bien, es importante no ceñirse a esas franjas de edad, pues a veces, puede aparecer más tarde.
En las últimas investigaciones se ha afirmado que los niños que tienen y crean amigos imaginarios no deben de ser clasificados en patologías, pues se ha demostrado que la asistencia de estos amigos imaginarios se relaciona con variables positivas dentro del marco social e intelectual. Es algo normal en los niños e incluso podríamos afirmar, que es sano. Suele darse habitualmente en niños únicos, pero también se ha podido comprobar, que hay niños con hermanos que desarrollan dicho fenómeno.
Manifestar amigos imaginarios es sinónimo de niños con una gran creatividad, son más empáticos y generalmente, suelen tener buenas habilidades de comunicación.
En ciertas excepciones, sería necesario valorar si ese amigo imaginario puede entrar en una patología, sobre todo en aquellos niños que prefieren jugar con su amigo imaginario en vez de jugar con sus amigos reales.
Normalizar. Si vuestro hijo os habla de su amigo imaginario, hablarlo con total naturalidad. Para vuestro hijo es importante, por lo que debe de sentirse comprendido y aceptado. Evitar los interrogatorios, las caras de susto. Y si continuáis teniendo dudas, podéis consultar con un psicólogo para profundizar en vuestro caso y resolveros las dudas que os surjan.
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