El miedo a la sangre se le conoce como hematofobia, esta puede ser incapacitante.
Qué es la hematofobia
El miedo a la sangre se le conoce como hematofobia, esta puede ser incapacitante, impidiendo que la persona que lo padece lleve una vida normal. La fobia a la sangre puede aparecer al imaginar la sangre, al verla, de imaginar una herida o la sangre que pueda salir de un pinchazo por una vacunación, son diversas situaciones que llevan a una persona a recordar su fobia a la sangre.
La fobia a la sangre, es el miedo en sí a la sangre de otros o a la propia, y sus síntomas van relacionados con percepciones crudas y básicas, así como la crisis y el pánico que ocasiona el ver sangre. En simple términos, la fobia a la sangre está fundamentada, en parte, en el fenómeno miedo al miedo, y que dicha característica es compartida como con la agorafobia.
El miedo que aparece como causa de la fobia a la sangre no está vinculado con el dolor físico, más bien está relacionado con la idea de ver la sangre derramándose y fluyendo. Es un miedo menos práctico y más irracional, de lo que realmente se huye con esta fobia, no es de la situación de sentir que la vida de alguien o nuestra vida esté en peligro, sino de advertencias a estas situaciones peligrosas potencialmente.
Síntomas de la fobia a la sangre
Un síntoma característico de la fobia a la sangre, es que esta crisis desencadena desmayos frecuentemente, situación que no ocurre con todos los tipos de fobia. El desmayo está vinculado con los ataques de pánico, aún así, este síntoma no es algo común en todos los tipos de fobias. Estas pueden manifestarse como consecuencia de la aparición de niveles altos de estrés, una subida repentina de la tensión y la extraña sensación de querer abandonar o alejarse del estímulo que ha provocado la fobia.
El episodio fóbico a la sangre posee dos fases y no una sola. Se entra en un estado de alerta y el ritmo cardíaco se incrementa, aparece un desnivel brusco de la tensión que es lo que suele provocar los desmayos, ya que no nos llega oxígeno suficiente al cerebro. La segunda fase de la fobia a la sangre, anula los síntomas de la primera fase, ocasionando que la presión sanguínea caiga rápidamente.
Por lo tanto, los síntomas de la fobia a la sangre demuestran el funcionamiento difásico de esta fobia, y sus síntomas más característicos son los desmayos y los mareos, las náuseas, los ataques de pánico y la sensación de un asco profundo.
Causas de la fobia a la sangre
Al igual que los síntomas de la fobia a la sangre, sus causas se pueden agrupar en 3 tipos:
Experiencias: Conocer a alguien o haber convivido con alguna persona que ha experimentado un trauma en relación con la fobia a la sangre, puede llegar a ocasionar un trauma y de esta forma, le ocasiona un desarrollo más fuerte a la fobia.
Genética: En ciertas ocasiones, el desarrollar alguna fobia se debe a que existe una predisposición genética para ello. Un ejemplo claro de esto es, si algún familiar sufre de fobia a la sangre o alguna otra, se hace más probable que en algún momento de la vida se pueda desarrollar.
Aprendizaje: Si aprendemos desde la infancia lo complicado y peligroso que es el sangrar y nos hacen vivir en excesiva ansiedad ante los peligros y dentro de una burbuja llena de excesiva sobreprotección, es muy posible que terminemos desarrollando la fobia a la sangre.
Queremos ayudarte a superar tus temores, fobias y la ansiedad que te generan. Si nos aportas más información sobre tu
situación podremos entender mejor lo que pasa en tu relación: