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Las organizaciones son los seres humanos que las componen. Cada colaborador/a representa una rueda de un gran engranaje (equipo), el ritmo en el que se va moviendo este sistema, dependerá de la estabilidad que tenga cada rueda, que no es posible sin la influencia que le otorga la “fuente de energía” o el “motor principal” (la organización). El equilibro entre el cuerpo, la mente y las emociones de cada persona y estar en la búsqueda de esta sinergia, hace el bienestar de la compañía. Existen momentos críticos dentro y fuera del trabajo que generan crisis emocionales en los empleado/as. Las empresas deben estar preparadas para estas contingencias, en donde se ven afectadas sus piezas claves.
Las crisis emocionales suceden cuando una situación afecta significativamente el bienestar emocional de una persona, esto se puede identificar a través de una sensación similar a la de haber llegado al límite. Un pico de estrés, haciendo que los mecanismos habituales de afrontamiento de problemas resulten insuficientes, generando un desequilibrio y un desajuste psicológico.
Cuando un ser humano se encuentra bajo una crisis emocional, el cuerpo y la mente reaccionan de forma natural y pueden aparecer los siguientes síntomas fisiológicos: sudoración, dolor de cabeza, tics nerviosos, palpitaciones, hinchazón abdominal. Además, la mente se satura con pensamientos negativos, falta de concentración, perdida temporal de recuerdos, letargos, pesadillas. También sentimos emociones intensas como frustración, tristeza profunda y ansiedad constante.
Recordemos que los empleado/as, son personas. Entonces, es pertinente tener en cuenta que el trabajo también puede verse afectado por problemáticas que sucedan en el entorno cotidiano de una persona, tales como: violencia intrafamiliar, enfermedades, accidentes y problemas psicológicos de seres queridos.
Si hablamos de emociones y el trabajo, encontraremos diversas razones por las cuales podríamos sentirnos en una situación con mayor nivel de estrés. Por ejemplo:
• Exigencia alta (propia o externa).
• Manifestaciones abuso de superiores o pares.
• Altos niveles de competitividad.
Suelen presentarse ciertos síntomas invisibles y visibles, algunos de ellos son:
• Cambios abruptos de comportamiento.
• Impulsividad.
• Agresividad.
• Sarcasmo.
• Incumplimiento de las tareas.
• Aislamiento.
• Tristeza.
• Falta de respuesta.
• Apatía.
Una de las crisis laborales más profundas es el síndrome del quemado o burnout: un estado extremo de agotamiento físico, mental y emocional en el que se pierde el interés por las tareas y el sentido de la responsabilidad. En algunas situaciones puede llevar a depresiones profundas. Este síndrome se da cuando, por ejemplo, las personas asumen todas las tareas, cargan con un estrés excesivo, trabajan a deshoras y descuidan su vida personal, bien sea por razones individuales o por presión de sus jefes.
Entre los síntomas más representativos están: la fatiga, insomnio, desbordamiento negativo, depresión, ansiedad, abuso de sustancias, colesterol alto, migraña y desorden alimenticio.
Es casi imposible evitar una crisis, pues sus causas son múltiples y, cuando ocurren, se bloquean todos los recursos que los empleado/as tienen para afrontarlas, incluso se puede llegar a estados de despersonalización y aunque lo ideal es buscar ayuda profesional de salud mental, no siempre el colaborador/a está listo y no se le puede obligar.
Lo que sí se puede y se debe hacer, es fortalecer la salud emocional de la compañía. Estos son los pasos recomendados:
1. Claridad hacia el empleado/a sobre cuáles son sus tareas y su alcance.
2. Comunicación exhaustiva respecto a los espacios y herramientas de contención
emocional con los que cuenta la organización.
3. Transparencia en todo momento para generar confianza.
4. Selección idónea de líderes y formación constante sobre habilidades interpersonales
para que estos se interesen genuinamente por sus equipos y puedan identificar cambios
en ellos.
Para bajar a la realidad los pasos anteriores, deben estar en el marco de un protocolo de manejo de crisis pensado para disminuir los impactos negativos. Este protocolo debe construirlo el departamento de Recursos Humanos, sin importar el tamaño de la compañía, teniendo en cuenta estas consideraciones:
“Las crisis son periodos pasajeros en los que la empresa debe mostrar toda su humanidad y empatía para ayudar a sus colaboradores y este acompañamiento se verá bien recompensado, pues las personas sabrán que hacen parte de un equipo en el que pueden confiar y en el que vale la pena trabajar”.
Queremos ayudarte a superar tus conductas adictivas. Si nos aportas más información sobre tu situación podremos entender mejor lo que pasa en tu relación:
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