Es común en estas fechas encontrarnos con niños rodeados de regalos de todos los familiares y conocidos y también es típico ver al niño abriendo los innumerables paquetes, mirar el regalo, dejarlo a un lado y decir -¡más!- con un gesto con la mano como si estuviese llamando a un camarero.
Sobre la cantidad de regalos, la clave está en que el niño pueda utilizar todos los juguetes a lo largo del año y que cuando pasen los años pueda recordar los juguetes con los que se divertía. Si regalamos un número alto, el niño dejará a un lado unos cuantos y será un tiempo y esfuerzo perdido. Es mejor comprar menos regalos pero consensuados entre los miembros de la familia.
¿Qué regalamos?, educativo, divertido, nuevo, que pueda compartir… tenemos que pensar siempre en la edad, sus aficiones y círculo de amigos. Todo ello pese a que los regalos no sean de nuestro agradado, nuestra función como padres no es limitar los regalos si no limitar su tiempo y modo de uso.
¿Educativo?, habría que centrarse en juguetes que promuevan el deporte, aficiones como la música o idiomas, juegos que fomenten el trabajo en grupo y la participación colectiva así como los juegos referentes a nuevas tecnologías. Nos encaminamos a un mundo cambiante y con las fronteras cada vez más difusas entre países, es más importante que nuestro hijo aprenda a relacionarse con otras personas de culturas, costumbres diferentes y que hablan otros idiomas a que se pase las horas delante de una pantalla.
El mejor de los regalos que se puede elegir es variado y dependerá de cada niño pero el regalo es sólo el instrumento para pasar tiempo con nuestro hijo, para conocerlo y disfrutar de momentos que no se volverán a repetir y no utilizar los juguetes como un medio para que se entretengan solos y nos dejen tranquilos.
Anterior >
Qué es la escala de autoestima de RosenbergSuscríbete a las Noticias de Psonríe
Puedes seleccionar que tipo de noticias quieres recibir