Las actitudes o comportamientos regresivos suelen ser muy comunes en la etapa infantil o en los preadolescentes, ya que funcionan como un método de protección del niño ante una situación de peligro o amenaza ante que él o ella pueda estar sintiendo. Sin embargo, en los adultos también pueden aparecer actitudes regresivas, aunque no suele ser común o no todos pueden tener estos comportamientos, de igual forma es una realidad para algunas personas que pudieran estar atravesando altos niveles de ansiedad, estrés, o tratando de sobrellevar una situación que para él sea de mucha exigencia y no pueda saber cómo superarla correctamente.
La regresión puede ser hacia una etapa de la vida en donde el adulto se sentía cómodo o protegido, brindándole así un estado de alejamiento o tranquilidad a ese evento estresor que pueda estar ocurriendo. La actitud regresiva puede ser algo transitorio, es decir, no es algo que pueda durar para toda la vida. Aunque es importante acotar que, si el adulto tiene alguna patología base, como algún trastorno de personalidad, afectivo, entre otro, es probable que pueda venir acompañado ese comportamiento por dicha condición. Algunas personas pueda que no se den cuenta de que están teniendo una actitud regresiva, sino a través de alguna persona externa o tercero que pueda notar que dicho comportamiento no es adecuado para su edad.
Algunos ejemplos de comportamientos regresivos en adultos:
Para la corrección de estos comportamientos se debe trabajar en la terapia psicológica, donde se podrán indagar sobre las situaciones específicas del conflicto que causan tensión emocional al adulto y si es requerido, el apoyo farmacológico correspondiente.
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