¿Cuántas veces has sentido que te juzgaban por tu sensibilidad? ¿Cuántas veces te has sentido inferior o más débil respecto a los demás por cómo te has sentido? ¿Cuántas veces han hecho algún comentario respecto a la sensibilidad que estabas mostrando en un momento determinado?
La alta sensibilidad es un rasgo de la personalidad. Es una característica estable de nuestra persona que convive con nosotros/as y probablemente se repita a lo largo del tiempo.
La sensibilidad es un continuo; en un extremo se sitúan aquellas personas con cierto defecto de sensibilidad y en el otro extremo las personas con un exceso de sensibilidad. En el centro encontramos la “normalidad” que no quiere decir que sea lo óptimo, ni lo que se espera, ni lo bueno o a lo que hay que aspirar.
Algunas de las características que presentan las personas altamente sensibles son:
La alta sensibilidad se puede confundir con un trastorno, con una patología o como una actitud que se elige y, por tanto, algo que se puede controlar o cambiar. Puede considerarse como algo no normal que debería trabajarse. La alta sensibilidad no es ningún trastorno, ninguna patología. Es algo que no se elige, que simplemente aparece. En ocasiones se ha descrito a las personas altamente sensibles como poco sociables, introvertidas, débiles o poco resilientes. Que seamos más emocionales no demuestra ni establece que vayamos a vivir desde el dolor, que no podamos protegernos o que no podamos desarrollar nuestra parte adulta.
Ser una persona altamente sensible no nos hace ni mejor ni peor que nadie. Es un rasgo de nuestra personalidad que en situaciones determinadas está presente, pero recuerda… NO ES LO ÚNICO QUE ERES.
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