Mudarse de un país a otro puede ser una decisión atemorizante pero liberadora ya que, dependiendo de los motivos por los que decidamos emigrar, generalmente lo hacemos porque sentimos que iremos a un lugar mejor. Pero todo proceso de migración tiene sus efectos y consecuencias, tanto positivos como negativos. Consecuencias que debemos entender, comprender y aceptar como parte del proceso de cambio que implica salir de todo aquello que conocemos hasta el momento.
La primera consecuencia que generalmente afecta emocionalmente a nuestra mente al emigrar es el duelo por lo que dejamos en casa, lo que llamamos “duelo migratorio”. Esto no es más que un sentimiento real de nostalgia por la pérdida física de una persona, evento, objeto o lugar significativo, que hace cambiar el ánimo de quién lo vive y que puede afectar su salud mental y física dependiendo de cómo lo internalice y lo afronte.
El sentimiento de duelo es y debe ser permitido por ti mismo, es real, y es importante que lo vivas. El error más común es pensar y creer que no debemos sentirnos tristes por lo que encontramos al emigrar, porque sentirte triste no tiene nada que ver con lo que encuentras al llegar, sino con lo que dejas al momento de irte, y ese sentimiento es muy importante que te permitas vivirlo para poder afrontar esa nueva etapa de tu vida de forma plena y armoniosa.
Espero que estas breves palabras te sirvan de orientación, como un primer paso para aliviar ese malestar inicial que representa el emigrar a un país nuevo. Recuerda, la salud mental es sinónimo de cambio, nada cambia si no hacemos un cambio interno porque las metas se manifiestan de adentro hacia afuera.
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