Es innegable que las emociones influyen en lo que nos pasa físicamente y, es más, las emociones también van a hacer que aparezcan algunos dolores o al menos que tomemos conciencia de ellos, van a influir en la manera e intensidad de percibirlos y que los toleremos más o menos. ¿Es casual que cuando se acerca el día D aparezcan las 1000 y una molestias, resfriados y problemas? ¿Qué cuando estamos agobiados nos duela la cabeza o las lumbares? ¿Te han dicho alguna vez que estás somatizando? ¿Qué el dolor es psicológico?
Es evidente que sentimos el dolor físicamente, pero tengo que decirte que cómo sentimos e interpretamos ese dolor está relacionado con nuestras emociones. ¿Sabes qué nos puede provocar dolor?
En boca cerrada…
…No entran moscas, pero tampoco salen las tensiones. Si eres de las personas que tienden a guardarse todo lo que les pasa porque “es mío” y no expresan sus emociones, deberás saber que todo aquello que reprimes se acumula hasta desbordar, provocando situaciones en las que finalmente “explotas”. Además, todas estas palabras y emociones que nos comemos y guardamos, van provocando un sufrimiento interno que muy probablemente saldrá a la luz a través de dolores físicos. ¿Te has parado a pensar en el momento que estás viviendo cuando te duele algo?
Hay teorías que dicen que cuando inhibes algo que necesitas expresar, el sistema nervioso estimula en exceso y de manera crónica algunos órganos o partes del cuerpo (Teoría de la Inervación Concomitante, Alexander F. 1968). ¿Podríamos sentir dolor?
Otras teorías como la del Dr. John Sarno, explican que cuando hay ansiedad, miedo o sufrimiento que no logramos canalizar, el cerebro restringe levemente el flujo de sangre a los tejidos, reduciendo la cantidad de oxígeno disponible. Si se trata de un músculo o de un tendón, el resultado es el dolor, y si se trata de un nervio, el efecto puede ser hormigueo, entumecimiento, dolor o debilidad.
¿Estresad@?
El estrés, si lo mantenemos durante un largo tiempo, provoca que liberemos una hormona muy dañina, el cortisol. El cortisol afecta al sistema digestivo, aumenta la presión arterial, provoca insomnio, afecta el sistema inmune y el hipocampo, entre otras cosas.
Si no dormimos bien, no conseguimos entrar en fase REM, por lo que la musculatura no se relajará y no conseguiremos un buen descanso. Si La musculatura ha mantenido la tensión y además no hemos tenido un sueño reparador al día siguiente estaremos más cansados….posiblemente irritables y casi por supuesto más estresados. Y aquí os presento el círculo vicioso estrés-insomnio. Ahora, añade a tu cuerpo el estrés por no rendir bien en los entrenos o por no poder hacerlos, el estrés al ver que no llegamos frescos a la competición…
El hipocampo es parte de nuestro cerebro emocional relacionado con la memoria y encargado, entre otras funciones, de regular funciones vitales como el hambre, la sed, el placer, la ira y la respuesta al dolor. Por lo que si el estrés hace que segreguemos cortisol y el cortisol daña el hipotálamo… Puedes sacar tus propias conclusiones, pero una de las claves es que nuestra percepción y respuesta al dolor se verá alterada.
¿Qué actitud tienes?
“En la vida, lo importante no es lo que nos pasa, sino, como evaluamos lo que nos pasa” (Epicteto siglo I). Puedes ver que no es nada nuevo. Nuestra manera de afrontas las situaciones, tener una actitud más o menos positiva, determinará que un golpe sea un golpecito o una fuerte contusión. Que el dolor sea insoportable como para quedarnos en casa leyendo a Triatletas en Red o que puedas sobrellevarlo y salir a entrenar. Que te preocupes y llames urgentemente a la mutua de la federación para que te hagan una radiografía, convencido de que tienes algo roto, o que lo consideres algo pasajero. Que des la temporada por perdida o estés inscribiéndote a un nuevo triatlón. Pero sobretodo, que afecte más o menos a tu humor.
Algunos consejos:
Expresa tus emociones
Practica deporte, es tu válvula de escape
Detecta situaciones de estrés y ponte en marcha para solucionar problemas
Aprende a respirar y relajarte
Utiliza técnicas de relajación en momentos de estrés
Descansa bien, respeta las horas de sueño
Mantén una actitud positiva
Ponte en manos de un profesional para que te ayude a canalizar la tensión, gestionar el tiempo y/o las emociones, etc.
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