La violencia es el uso intencional de la fuerza física, amenazas contra uno mismo, otra persona, un grupo o una comunidad que tiene como consecuencia o es muy probable que tenga como consecuencia un traumatismo, daño psicológico, problemas de desarrollo o la muerte.
La violencia de pareja es un problema de salud pública y una forma de violar los derechos humanos, las mujeres estadísticamente son con mayor frecuencia las víctimas de este tipo de violencia y los hombres a pesar de que estadísticamente es menor la frecuencia también padecen de estar expuestos a esta situación. El 30% de las mujeres que han tenido una relación de pareja manifiestan haber sufrido algún tipo de violencia (física, psicológica, verbal y/o sexual) con su pareja. Una cosa interesante en este tema es que como todo en la vida tiene un ciclo, la violencia también tiene uno.
La Dra. Lenore Walker desarrolló una teoría llamada el ciclo de la violencia. En esta teoría las parejas que están expuesta a ambientes violentos pasan por tres fases, las cuales son: Fase de construcción de tensión, fase de episodio violento y fase de remordimiento (luna de miel). En cada fase hay comportamientos particulares que la describen; por ejemplo, el enojo, el trato injusto, la desesperanza, tensión, depresión y humillación son características de la primera fase. Sin embargo, una de las fases más peligrosa es la tercera fase (luna de miel), en este momento la tensión baja, se ofrecen excusa al agresor, se intenta resolver y se cree que el agresor va a cambiar. Es en esta fase en donde la persona violentada cae presa y se adapta al ciclo de la violencia y vuelve a iniciar la violencia, las fases van achicando sus lapsos de tiempo y la violencia se vuelve más y cada vez más crónica. Es importante saber que este ciclo ocurre en cualquier ambiente violento.
Estar expuesta/o a un ambiente violento afecta negativamente la salud mental, puede generar alteraciones como depresión, ansiedad, trastornos del sueño, alteraciones en las habilidades sociales, dejar secuelas conductuales, cognitivas y emocionales a largo plazo, entro otros. Hoy en día la Organización Mundial de la Salud ha demostrado que las intervenciones y orientaciones psicológicas ayudan a superar este tipo de problemas. Si te encuentras en una situación de violencia, no dudes en consultar a un psicólogo y denunciar a las autoridades pertinentes. Recuerda, CON LA VIOLENCIA NO SE NEGOCIA.
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