¿Sabías que nuestras emociones y nuestra alimentación se relacionan?
El comer emocional es una conducta que toda persona realiza pero que se convierte en algo perjudicial y dañino cuando hacemos de la ingesta un recurso para afrontar diferentes situaciones de la vida (ya sea a modo refugio, calma, o de evasión).
La mayoría de las veces asociamos el comer emocional a emociones negativas “estoy triste y me calmo con comida”, pero no siempre ocurre de esta forma. Si lo piensas, en situaciones como reuniones sociales o familiares y celebraciones, también solemos utilizar la comida para disfrutar y celebrar esas emociones positivas.
Por otro lado, no siempre que hablamos de comer emocional significa aumentar la cantidad de la comida. Las emociones también pueden afectarnos disminuyendo nuestro apetito y reduciendo la ingesta. Además el comer emocional no se produce en su totalidad con alimentos insanos, también puede darse con alimentos sanos. Lo que define el comer emocional no es la alimentación en sí, sino que el motivo de ingerirlo tiene una causa o busca una consecuencia emocional no gestionada.
¿Cómo se trabaja el comer emocional en terapia?
En terapia, el psicólogo ayuda al paciente a tomar consciencia sobre cómo afectan a nuestra alimentación las distintas emociones. También dotará de herramientas y estrategias terapéuticas para la regulación emocional, siendo capaz el paciente de gestionarse de otro modo que no sea con la comida.
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