¿Estamos criando hijos con baja tolerancia a la frustración?

Hoy en día, estamos en la era de las pantallas, de la revolución tecnológica y, por tanto, se dedica mucho tiempo a ellas, más que a cualquier otra actividad de ocio.

Los niños y las niñas, desde muy temprana edad, ya tienen al alcance en sus manos una pantalla (desde una consola, móvil, tablet, hasta un ordenador), casi se está convirtiendo en su primer juguete, con lo cual el uso excesivo o indebido de las pantallas trae consigo muchas consecuencias negativas, y una de ellas es la baja tolerancia a la frustración. El obtener una recompensa inmediata, el conseguir placer de forma instantánea y continuada…” Quiero esto… Y lo tengo ya … en un clic lo consigo: un juego, una compra, un like en redes, etc.

Con todo esto, lo que se está potenciando es una atrofia en la corteza prefrontal del cerebro humano y esta parte del cerebro acaba de formarse en su totalidad a los 25 años de edad. Esta área es la que rige nuestra personalidad, nuestras emociones, nuestras decisiones, nuestra voluntad, nuestra memoria en el trabajo, en definitiva nuestro comportamiento.

El hecho de estar expuestos mucho tiempo a las pantallas, la totalidad de señales que recibe el cerebro es un exceso de estimulación, tanto visual y auditiva como táctil, lo sobrecarga, y es por ello que las funciones cognitivas se van a alterar, se van a descompensar, va a disminuir la concentración, se va a alterar la atención plena….. esta excesiva hiperestimulación hace o genera un sistema de recompensa/gratificación continua, es por ello que hay una liberación de dopamina en exceso y de forma indiscriminada, que va a hacer que se quiera más consumir.… estar más tiempo frente a una pantalla, con lo cual puede derivar en una adicción, ya que esta hormona, la dopamina, es la encargada del placer, deseo..… y está relacionada con el mecanismo de recompensa en el cerebro.

Entonces una de las consecuencias graves que se produce por todo esto a nivel emocional es “la baja tolerancia a la frustración”, un déficit de la concentración, de la atención… y haciéndoles incapaces de aplazar la satisfacción, necesitando cada vez más una gratificación inmediata, sin poder esperarse para conseguirlo, no admitiendo, pues el fracaso y creándose así mucha ansiedad, irritabilidad, por no conseguir lo que se desea en el momento y así generándoles una incapacidad para afrontar los distintos conflictos de la vida cotidiana.