La envidia

El historiador Diógenes Laercio indicaba que la envidia es causada por ver a otro disfrutar lo que deseamos. En cambio los celos, ocurren por ver a otro tener lo que queremos poseer. De esta forma, llegó a definir uno de los estados más usuales y nocivos que puede padecer una persona. 

La envidia se presenta cuando anhelamos lo que no tenemos y lo posee otra persona. Ciertamente un individuo que llega a envidiar es un ser humano que tiene una autoestima perturbada, que sufre y no se aprecia. Si alguien llega a padecer esta situación, considera que no es competente para conseguir aquello que desea de otro (amigos, compañeros de trabajo o familiares). 

Los especialistas en el área afirman que cuando la envidia se presenta provoca en el cerebro el funcionamiento de su parte más emocional. La persona envidiosa frecuentemente se siente frustrada, incapaz e impotente, obstaculizando sus relaciones con el ambiente. 

 
¿Qué es lo que más provoca envidia? 

Todo aquello que relacionamos con el reconocimiento ante la sociedad, la reputación o los bienes materiales, puede provocar envidia en una persona. Pero también, podemos padecer de envidia cuando recordamos algo que llegamos a tener en el pasado (una pareja, un amigo o una propiedad). 
 
De una manera u otra, la envidia se encuentra relacionada con sentimientos negativos como son: dolor, rabia, impotencia y tristeza. Los especialistas señalan que la persona envidiosa no se siente suficientemente querida, pero no asumen que con la envidia no son capaces de querer a otros. 
 
Los expertos indican que el mejor método para curarse de la envidia es convertir la tristeza y la rabia en admiración. La admiración es un estado bueno y saludable porque nos permite conseguir aquello que provoca interés a una persona. 
 
En vez de estar pendiente en los demás, debemos tener conciencia de todo lo que tenemos. Alcanzar la armonía emocional consiste en reconocernos y aceptarnos como somos, buscando corregir todo lo que nos impida tener un bienestar físico y mental.