Sin la habilidad de escuchar, toda comunicación se convierte en un monólogo. Cuando un emisor no se siente escuchado abandona el intento de establecer una comunicación y la interacción concluye, muy a menudo, con emociones negativas y con la presencia de interferencias para futuros intentos de comunicación.
Para demostrar el receptor que se le ha entendido suele utilizarse la paráfrasis o la repetición del mensaje previamente enviado por el emisor.
Un aspecto relevante de la habilidad de escuchar es la habilidad de empatizar o ponerse en el lugar del otro y entender sus sentimientos. Escuchar y demostrar comprensión y entendimiento son dos poderosos reforzadores sociales y prerrequisitos para la intimidad. Su ausencia o baja ocurrencia puede dar lugar a interacciones muy insatisfactorias.
Constituye además un requisito previo y básico para otro tipo de entrenamientos más complejos como son la Habilidad de Solución de Problemas o el manejo de contratos.
Para dominar la habilidad de escuchar activamente es necesario:
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