La mente es lo que el cerebro hace. En la medida que entendemos cómo funciona nuestro cerebro podemos deducir cómo operan nuestros procesos y habilidades cognitivas; y el impacto que estas tienen en nuestra salud mental. Uno de esto procesos cognitivos son las emociones; las cuales, son alteraciones del ánimo intensas y pasajeras, agradables o penosas que van acompañadas de cierta conmoción somática. Las emociones tienen un rol importante en nuestra vida; las decisiones que tomamos están fuertemente relacionado a ellas.
Una de las habilidades cognitivas que desplegamos a lo largo de nuestro desarrollo es la regulación emocional; dicha habilidad puede entenderse como: la capacidad que tenemos para poder entender y saber cómo expresar las emociones de manera adecuada en determinadas ocasiones para poder lograr un determinado objetivo. Es la aplicación del control cognitivo a contextos afectivos.
Esta habilidad cognitiva se desarrolla con el crecimiento como se había comentado previamente; ya que, está íntimamente relacionado con nuestro desarrollo neurológico. Investigaciones han demostrado que nuestro control afectivo tiene mejor rendimiento en edades adultas que en edades posteriores a esta.
Aunado a esto, podemos encontrar que existen 6 tipos de estrategias regulatorias que nos ayudan a entender el impacto que generan las emociones en nuestra toma de decisiones; dichas estrategias son: la selección de la situación; la modificación de la situación; el control atencional, la flexibilidad cognitiva y las respuestas moduladas. Las fallas relacionadas al funcionamiento de la regulación de nuestras emociones están altamente correlacionadas con el desarrollo de alteraciones mentales; este fenómeno es conocido como desregulación emocional.
Los problemas en la regulación emocional suelen incrementarse cuando los individuos empiezan a actuar de manera inadecuada en contextos con los que se discrepa sobre lo que se ha de hacer a nivel emocional.
Esta habilidad tiene un fuerte sustrato neuroanatómico y contextual; neuroanatómicamente podemos encontrar que estructuras como la amígdala, el estriado ventral y la ínsula son regiones involucradas en la activación afectiva de las respuestas que damos; así como, las áreas cerebrales involucradas en la modulación afectiva son: el córtex cingulado anterior, el córtex prefrontal dorso lateral, el córtex prefrontal ventrolateral, el córtex prefrontal dorso medial y el córtex prefrontal ventromedial.
Dentro del sustrato contextual, investigadores hablan de la importancia de la familia en los problemas de regulación emocional; ya que, las familias que actúan de manera errática, son insensibles o responden de manera extrema ante eventos privados, sus miembros tienen una alta frecuencia a desarrollar alteraciones en la regulación de las emociones; lo contrario pasa en familias en la que se evidencia un mejor sistema de comunicación y validación de los eventos privados.
No existen emociones buenas o malas; sólo existen emociones. La manera en como modulamos nuestras emociones; es decir, cómo las expresamos en determinadas situaciones es lo que nos va a ayudar a desarrollar habilidades para tener una mejor salud mental. Es menester aprender a reconocer nuestras emociones para poder darles una adecuada expresión y así evitar problemas que puedan desencadenar posibles factores de riesgos que alteren nuestra homeostasis. Los tratamientos psicológicos basados en la evidencia buscan ayudar a las personas a desarrollar estrategias que permitan poder tener una mejor regulación de las emociones con la finalidad de disminuir el malestar psicológico.
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