“Todo me sale mal”, “No hay nada que pueda hacer para solucionar mi problema”, “No soy capaz de hacerlo bien”, “Nunca podré lograr mis objetivos”, “Nadie me tiene ningún aprecio”, “Siempre me ocurren cosas malas”, …
¿Has tenido alguna vez la sensación de estar colapsado por todos tus problemas o que la vida no deja de jugarte malas pasadas?
Si bien es cierto que en nuestro día a día podemos encontrarnos con situaciones conflictivas o problemáticas, estos acontecimientos no dan lugar necesariamente a que tengamos consecuencias emocionales negativas como podrían ser la depresión, la desesperación o la ansiedad. Tampoco llevan dichas situaciones a consecuencias comportamentales como sería evitar ciertas situaciones o responder de un modo violento y disfuncional.
A (acontecimientos) | B (interpretaciones) | C (consecuencias) |
[Modelo ABC de Beck]
Más bien está en las propias personas el elemento principal que produce estas consecuencias, debido a que se pueden estar haciendo interpretaciones erróneas de los acontecimientos que nos suceden. Por lo tanto, las creencias y las interpretaciones que hacemos de esas situaciones son las que dan lugar a dichas consecuencias.
Si logramos cambiar nuestras creencias e interpretaciones irracionales o erróneas podemos tener el control sobre determinadas consecuencias emocionales y comportamentales desadaptativas.
Las creencias irracionales, también llamadas pensamientos automáticos negativos o pensamientos intrusivos, son interpretaciones equivocadas que hacemos de situaciones que ocurren en nuestras vidas.
Por ejemplo, imagina que llevas unos días sin recibir la llamada de una amiga o de cualquier otra persona importante para ti. Si tu primera interpretación es que está enfadada o molesta contigo, es muy probable que genere en ti un sentimiento de tristeza intenso. Ante tal emoción, puede que tu forma de resolverlo sea quedándote en casa preocupado y afligido, o incluso que optes por dejar de hablar con esa persona, en señal de enfado por no haberte prestado atención.
¿Y si cambiamos nuestra interpretación? Si en lugar de asumir que esta persona está enfadada con nosotros, pensamos en la posibilidad de que haya podido estar ocupada, nuestra emoción cambia drásticamente… y también nuestra respuesta conductal. Es muy posible que, ante esta nueva interpretación, decidamos tomar la iniciativa y mandarle un mensaje preguntándole cómo se encuentra o si le apetece tomarse un café con nosotros.
Aunque la situación no ha cambiado en absoluto, nuestra emoción y nuestra respuesta son totalmente diferentes, siendo la interpretación que hemos realizado la responsable del desenlace en ambos supuestos.
Todos estos pensamientos intrusivos y automáticos suelen cumplir unos patrones muy específicos:
Una vez identificados nuestros pensamientos intrusivos e irracionales, llega el momento de confrontarlos e invalidarlos para buscar alternativas más funcionales y adaptativas.
Pasos:
Los pensamientos intrusivos forman parte de nosotros mismos, por lo que pretender que estos dejen de aparecer puede provocarnos malestar y frustración cuando estos vuelven o nos acechan. Por otro lado, identificarlos e invalidarlos correctamente, utilizando pensamientos más razonables y adaptativos, sí se encuentra bajo nuestro control, permitiéndonos responder de un modo más adecuado a nuestro entorno.
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