Los conflictos asociados a las relaciones sociales suelen ser uno de los principales motivos de malestar psicológico en las personas, siendo la comunicación interpersonal inadecuada el desencadenante de la mayoría de ellos.
Los conflictos asociados a las relaciones sociales suelen ser uno de los principales motivos de malestar psicológico en las personas, siendo la comunicación interpersonal inadecuada el desencadenante de la mayoría de ellos.
Desde las dificultades para iniciar una conversación, hasta el uso de la violencia verbal para defender una opinión, son muchas las conductas que pueden marcar nuestro éxito o fracaso en el establecimiento de relaciones personales saludables y duraderas.
Estilos de comunicación
Los estilos de comunicación son patrones de comportamiento verbal, y no verbal, que utilizamos cuando interaccionamos con los demás. Estas interacciones pueden ser muy variadas y complejas, dependiendo de nuestras necesidades y las de nuestros interlocutores.
Atendiendo a esta idea de variedad y complejidad en nuestras interacciones sociales, Lazarus (1973) señala las que considera las principales clases de respuesta o dimensiones conductuales que abarcan las habilidades sociales:
- Hacer cumplidos.
- Aceptar cumplidos.
- Hacer peticiones.
- Expresar amor, agrado y afecto.
- Iniciar y mantener conversaciones.
- Defender los propios derechos.
- Rechazar peticiones.
- Expresar opiniones personales, incluido el desacuerdo.
- Expresión justificada de molestia, desagrado o enfado.
- Petición de cambio de conducta del otro.
- Disculparse o admitir un error.
- Afrontar las críticas.
Como podemos observar, estas dimensiones conductuales aparecen, en mayor o menor medida, en todas nuestras interacciones sociales; desde la familia, amigos y relaciones sentimentales, hasta el ámbito laboral, por lo que resulta especialmente interesante que prestemos atención al modo en el que respondemos a estas necesidades comunicativas.
Una vez identificadas las diferentes dimensiones conductuales que abarcan las habilidades sociales, debemos reconocer los diferentes estilos de comunicación con los que contamos y cuáles son las características que los definen.
La mayoría de los autores coinciden en distinguir tres grandes estilos de comunicación:
- Comunicación pasiva. Este estilo de comunicación se caracteriza por una ausencia de expresión de la conducta y la evitación de entrar en confrontación con los demás, denotando una sensación de vulnerabilidad.
- Comunicación agresiva. En la comunicación agresiva, al contrario que en el estilo pasivo, la conducta se expresa de forma manifiesta, pero de un modo coercitivo (estilo de conducta que emplea el castigo y la amenaza para alcanzar el objetivo) sobre la otra persona. Dentro de este estilo comunicativo también podemos encontrar la “agresión pasiva”, en la que la conducta se expresa de manera indirecta, pero coaccionando a la otra persona, es decir, se intenta controlar la conducta de la otra persona de una manera indirecta o sutil (por ejemplo, a través de una mirada amenazadora).
- Comunicación asertiva. La conducta asertiva implica la expresión directa de los propios sentimientos, necesidades, derechos legítimos u opiniones sin amenazar o castigar a los demás y sin violar los derechos de esas personas. El mensaje expresa “quién es la persona” sin dominar, humillar o degradar al otro individuo.
Nuestro estado emocional juega un papel muy importante en el uso de uno u otro estilo comunicativo, por lo que es esencial que hagamos una mirada introspectiva, observando nuestras emociones, y las de nuestro interlocutor, y valorando adecuadamente nuestras necesidades y las metas que deseamos alcanzar en cualquiera de nuestras interacciones sociales.
Efectos y consecuencias de cada estilo comunicativo
En muchas ocasiones nos ocurre que, tras una determinada interacción social, sentimos que no hemos podido cubrir las necesidades que propiciaron este acercamiento o que no hemos cumplido con nuestro objetivo inicial. Los estilos comunicativos explican gran parte de los fracasos en las relaciones sociales que mantenemos en nuestras diferentes áreas vitales.
Veamos algunas de las consecuencias más comunes en cada estilo comunicativo.
Efectos de la comunicación pasiva
- Conflictos interpersonales. Aunque intentemos evitar la exposición a los conflictos interpersonales, estos no desaparecen porque forman parte de las relaciones humanas. La falta de expresión conductual puede generar ambigüedad e incertidumbre en nuestro interlocutor, provocando conversaciones vacías o poco fructíferas que pueden terminar desencadenando el rechazo social.
- Estado de ánimo hipotímico. El temor por verse expuesto en un conflicto interpersonal suele asociarse con un autoconcepto negativo -una percepción de baja autovalía o una incapacidad de resolución de conflictos- afectando directamente a nuestra autoestima. Esta situación, prolongada en el tiempo, generará la experimentación de sentimientos de tristeza, decaimiento y aflicción, pudiendo desencadenar en patologías del estado de ánimo más graves (depresión mayor o ansiedad social, por ejemplo).
- Pérdida de oportunidades. La falta de reacción o respuesta por nuestra parte supone un impedimento del logro de nuestros objetivos en cualquiera de las áreas vitales. Una actitud pasiva en un contexto de entrevista de trabajo o ante una conversación laboral con nuestro jefe, por ejemplo, puede generar la impresión en nuestro interlocutor de desinterés, falta de motivación o indiferencia por nuestra parte, poniendo en peligro la posibilidad de obtener un nuevo empleo, un posible ascenso profesional o incluso la pérdida de nuestro trabajo.
Efectos de la comunicación agresiva
- Conflictos interpersonales. La consecuencia inmediata de utilizar un estilo de comunicación agresiva es la generación de conflictos con nuestros interlocutores. Estos conflictos nos van a impedir alcanzar nuestras metas, provocando en otros un sentimiento de rechazo y de repulsa ante cualquiera de nuestras ideas u opiniones.
- Estado de ánimo disfórico. Esta actitud comunicativa centrada en la agresividad, y las consecuencias interpersonales que conlleva, generará en nosotros un estado de ánimo molesto, displacentero e irritable. Asimismo, los fracasos asociados a este tipo de comunicación también pueden provocarnos un sentimiento de frustración y de pérdida de control en unas relaciones sociales, llegando al rechazo y al aislamiento social en los casos más graves.
- Pérdida de oportunidades. Tal y como se señalaba anteriormente, un estilo de comunicación agresivo provoca una reacción defensiva en nuestros interlocutores, siendo inviable lograr nuestros objetivos cuando pretendemos convencer a los demás.
Efectos de la comunicación asertiva
- Resolución de los problemas. Las probabilidades de llegar a un punto de encuentro, y de lograr nuestros objetivos con nuestro interlocutor, serán mayores cuando nuestro estilo de comunicación sea asertivo. Defender nuestra opinión y mostrarnos respetuosos con la opinión de los demás es una garantía de éxito para el disfrute y el aprendizaje de gran parte de las interacciones sociales en cualquiera de nuestras áreas vitales.
- Mejora de nuestra autoestima. El logro de nuestros objetivos, el aprovechamiento de las oportunidades que se nos presentan, el establecimiento de relaciones sociales respetuosas o la superación de conflictos interpersonales nos ayuda a percibirnos como personas capaces y resolutivas, mejorando nuestro autoconcepto y, en consecuencia, a nuestra autoestima.
- Estado de ánimo eutímico. Afrontar de un modo adecuado nuestros conflictos interpersonales, compartiendo con los demás nuestras ideas y opiniones, al mismo tiempo que aceptamos y respetamos las opiniones de los demás, nos aleja de la irritabilidad, decaimiento o frustración que nos producen los dos estilos comunicativos anteriores, experimentando una sensación de tranquilidad y control durante nuestras interacciones sociales.