Cuando alguna persona trata de justificar sus pensamientos o creencias a través de acontecimientos externos sin un proceso de lógica, se considera un pensamiento mágico. Asimismo, también se define como la forma de pensar que tienen algunas personas y que no se basan en la lógica, sino justificar y valorar los acontecimientos a través de hechos sobrenaturales que no tienen un fundamento empírico. Las personas con pensamiento mágico pueden responsabilizar o atribuir las causas de sus problemas o acontecimientos en su vida diaria a fenómenos naturales o hechos externos, lo cual imposibilita una base racional o lógica para poder enfrentar dicha situación o dificultad.
El pensamiento mágico puede atribuirse con mayor proporción o presencia a ciertas tipo de cultura o sociedad, como, por ejemplo; sociedades indígenas, creencias o mitologías que se han repetido generacionalmente en alguna familia. Las personas con un alto pensamiento mágico, pueden ser más propensas a una dificultad de búsqueda de solución y a aceptar responsabilidad de sus propias consecuencias o actos.
La presencia continua y el manejo Incorrecto el pensamiento mágico puede desencadenar con el tiempo una predisposición a trastornos psicológicos como; el delirio o ideas paranoides
Una de las formas que puede ayudar a una persona con un pensamiento mágico, es primeramente reconocer su patrón de sistema de creencia continuo, o iniciar el cuestionamiento de dichos pensamientos o creencias. Un ejemplo práctico sería, reconocer sus pensamientos mágicos comunes o repetidos diariamente, preguntarse las pruebas y argumentos que dicho pensamiento mágico tiene, el cómo piensa que esto pudo haber ocurrido, o por qué motivo tal o cuál persona haría o causa haría eso.
La persona con un pensamiento mágico predominante o constante necesita la ayuda de un profesional de la Salud Mental para aprender a manejar y reconocer este problema en ella y recibir las herramientas adecuadas para enfrentar su realidad, sobrellevando un estilo de vida mentalmente saludable.
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