Primeros Auxilios Psicológicos: ¿qué hay que tener en cuenta para aplicarlos?

En situaciones de crisis, donde los recursos con los que cuenta persona para afrontar una situación le sobrepasan, y donde el individuo responde de manera subjetiva ante los estresores del ambiente, entrando en un estado de shock y desorganización a nivel físico, cognitivo, emocional y conductual, los primeros auxilios psicológicos pueden ser de gran ayuda para mitigar la situación. 

De este modo, los primeros auxilios psicológicos o PAP hacen parte de la primera línea de atención, en otras palabras, minutos u horas después del incidente que desato la crisis. Es una intervención breve, con el objetivo de promover seguridad, así como, restablecer el afrontamiento inmediato y establecer vínculos con los recursos de ayuda. El ideal es brindar un acompañamiento para que el individuo pueda restablecer el equilibrio a nivel físico, emocional y conductual y reducir la aparición de más secuelas o daños secundarios. 

Entonces, ¿Cómo profesional de la salud que puedo hacer para aplicar los PAP?

Un punto a tomar en consideración antes de iniciar los PAP, es estar enterado sobre la situación, de esta forma, contamos con información previa para iniciar el contacto, adicional, es importante buscar un espacio seguro, pues, alejar a la persona de la zona de peligro y brindar confort, hace parte de los objetivos de la intervención.

Seguido a esto, analizar las dimensiones del problema, con el fin de evaluar cómo se encuentra la persona. Pare tener en cuenta, se indaga por el presente, ¿Cómo se siente?, ¿Qué le preocupa en este momento?, ¿Qué impacto tiene en su vida lo que sucedió? El pasado inmediato, ¿Qué factores condujeron a la crisis que se desató o que sucedió antes del momento crítico? Y sobre el futuro inmediato, ¿Cuáles son los riesgos de la persona? ¿Cómo se pueden tomar decisiones para mitigar ese riesgo?

Posteriormente, a través del análisis que se ha realizado, se identifican las necesidades inmediatas para las cuales, se generan pautas de acción para poder atenderlas de manera eficaz, por ejemplo, si la persona necesita agua o comida, si necesita llamar a alguien, si necesita contención emocional, entre otras. Adicional a esto, se genera un plan de acción para las necesidades posteriores. Esto se logra, indagando que ha hecho la persona para solucionar el problema, de igual forma, se puede proponer una lluvia de ideas, nuevas alternativas o sugerir iniciar un nuevo comportamiento, todo esto, con el fin de establecer metas específicas a corto plazo.

Igualmente, es importante brindar psicoeducación sobre la posible sintomatología que puede presentar en los días posteriores, por ejemplo, a nivel cognitivo, confusión, pensamientos intrusivos, poca concentración o flashbacks, a nivel emocional, sentimientos de tristeza, de angustia o rabia, y a nivel conductual trastornos del sueño, comportamientos incongruentes a su personalidad, aislamiento o hiperactividad.

Por último, derivar hacia las redes de apoyo y establecer una forma de seguimiento, por ejemplo, a través de una llamada. Del mismo modo, dejar claro a qué lugares puede dirigirse en dado caso que, la sintomatología se prolongue en el tiempo y afecte su funcionalidad o calidad de vida. 

Para finalizar, es importante lograr que la persona se sienta comprendida, escuchada y apoyada durante la intervención. Invitarla a hablar y del mismo modo, escuchar de manera activa, ser empáticos y validar los sentimientos o experiencias en todo momento. No se deben hacer falsas promesas, tampoco, juzgar o confrontar las creencias del individuo o intentar resolver todo a la vez. Antes de finalizar, comprobar que se cumplieron los objetivos de los PAP, que se facilitaron las soluciones y que la persona se encuentra con un mayor equilibrio a nivel emocional.