Los roles de género en la sociedad se definen como la manera en la que actuamos de acuerdo con nuestro sexo. Por ejemplo, se espera que las mujeres y niñas se vistan de forma femenina, que sean educadas, complacientes y maternales. Por otra parte, se espera que los hombres sean fuertes, agresivos e intrépidos.
Los roles de género pueden variar de acuerdo con cada sociedad, grupo étnico o cultura. Por ejemplo, en los Estados Unidos, el rosa era considerado un color masculino y el celeste un color femenino.
A través de la socialización, se aprenden los roles de género. Es un proceso de aprendizaje que comienza desde el momento en el que nacemos, se va definiendo de distintas maneras como por ejemplo: el modo en que se habla a una niña o un niño, las actividades que se le plantean o los comportamientos que se les reprochan.
Estos comportamientos vienen definidos por todo lo que rodea al niño, su núcleo familiar, etc. Pero también sus condiciones socioeconómicas (el colegio, el barrio, ciudad o país en el que vive, los medios de comunicación que consume). Desde muy niños, se propone que hay juguetes para niñas y otros para niños, que hay ropa adecuada para cada género y actitudes buenas para unos y para otras, por ejemplo, llamar a las niñas “princesas” o decir que “los niños no lloran”.
Actualmente, los roles de género son un tópico muy controvertido. Con los roles de género se corre el riesgo de encasillar a los niños y cortarles la diversidad que pueden desarrollar a lo largo de su vida.
Los roles de género pueden convertirse en normas inflexibles que restringen la libertad individual y no dejan expresarse al individuo más allá de lo correcto o lo establecido ¿Y si un niño jugar con muñecas o una chica quiere jugar al fútbol?
Es importante señalar que estos ejemplos de roles de género han sido costumbre en nuestra sociedad hasta hace algunos años, pero la tendencia hace pensar que estamos en camino de al menos modificar o eliminar sustancialmente algunos de ellos, haciendo que cambien a ser roles independientes del género.
El cuidado de los hijos
El rol de género más frecuente es el que tiene que ver con el cuidado de los hijos. En nuestra sociedad es la mujer quien, de manera tradicional, asume el cuidado de los niños y de las tareas del hogar en general. Mientras que del hombre se esperaba que trabajara y ganara un salario con el que sustentar a la familia.
Por supuesto, esta imagen hace tiempo quedó en el olvido. Las políticas que apoyan la igualdad de género y la inclusión de la mujer en el mundo laboral han dado un giro importantísimo a todo este concepto. En cualquier caso, aunque esto represente un cambio de tendencia, no quiere decir que no siga repitiéndose el viejo patrón.
La expresividad emocional
Expresar los sentimientos siempre ha estado condicionado por el género. Es decir, si eres mujer, incluso eres aupada a llorar si lo necesitas, que expresen sus emociones abiertamente sin vergüenza. Por el contrario, a los hombres se alienta a no expresar sus sentimientos y llorar se les presenta como un acto de debilidad imperdonable.
Por supuesto, esa tendencia va cambiando y hoy en día son cada vez más padres los que enseñan a sus hijos que deben expresar lo que sienten y que no hay problema alguno en llorar. Este condicionamiento sentimental afecta el desarrollo del individuo, pues le coartan la posibilidad de tener herramientas prácticas para manejar crisis que se presenten en su adultez.
El aspecto físico
El aspecto físico es otro ejemplo de roles de género que la sociedad ha mantenido a través del tiempo. Históricamente, las mujeres solo por su género deben mantenerse con un aspecto físico impecable e invertir en maquillaje, vestimenta, peluquería, etc.
Esto no significa que todo el mundo sienta una obligación social para cuidar su aspecto físico. Simplemente, nos referimos a que ya no es un rol asignado solo a la mujer.
Carácter dominante y carácter conciliador
El tipo de carácter asignado a hombres y mujeres es otro de los ejemplos de roles de género más tangibles. Históricamente, se ha promovido la idea de que el hombre tenía ciertas tendencias al liderazgo, mientras que las mujeres, por el contrario, eran más empáticas y conciliadoras.
Bajo ese telescopio, estaba implícito que los hombres alcanzaran ciertos puestos de grandes responsabilidades. Por el contrario, a las mujeres se les mantuvo en puestos subordinados, considerando la maternidad como una debilidad para llevar a cabo un cargo de grandes responsabilidades. Actualmente, gracias a las políticas de igualdad, como las bajas de maternidad y paternidad equiparadas, hacen que este rol de género se diluya en el tiempo.
Tipos de estudios
Se establecía una diferenciación entre los tipos de estudios apropiados para una mujer y para un hombre, afirmando que los del sexo masculino tenían una mayor propensión para matricularse en carreras de ingeniería y ciencias exactas, mientras que las del sexo femenino preferían las ciencias sociales, humanidades y las disciplinas de cuidado a los demás como psicología, medicina o enfermería.
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