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“No puedo más”, “no quiero volver a ir a trabajar”, “no quiero saber nada del trabajo”, “hablar del trabajo me genera malestar”, “me produce pereza cualquier actividad del trabajo”. Si este tipo de afirmaciones te acechan a menudo cuando piensas en tu trabajo, es muy probable que te encuentres ante el reconocido concepto de “quemarse por el trabajo” o “burnout”.
Este concepto surgió en Estados Unidos a mediados de la década de los años setenta (Freudenberguer, 1974), para dar una explicación al proceso de deterioro en los cuidados y atención profesional a los usuarios de las organizaciones de servicios (organizaciones de voluntariado, sanitarias, de servicios sociales, etc.). A lo largo de estos años el síndrome de quemarse por el trabajo ha quedado establecido como una respuesta de estrés laboral crónico integrado por actitudes y sentimientos negativos hacia las personas con las que se trabaja (actitudes de despersonalización) y hacia el propio rol profesional (falta de realización personal en el trabajo), así como por la vivencia de encontrarse emocionalmente agotado (Maslach y Jackson, 1981). No obstante, el síndrome de quemarse por el trabajo no está necesariamente restringido a los profesionales de los servicios humanos. Maslach y Schaufeli (1993), señalan que, aunque este síndrome aparece como una psicopatología específica de estos ámbitos profesionales, el fenómeno ha sido descrito en otro tipo de profesionales como directivos y mandos intermedios de cualquier tipo de organizaciones, entrenadores y deportistas, e incluso ha sido estudiado fuera del ámbito laboral (por ejemplo, en personal voluntariado, activistas políticos y amas de casa).
Desde un enfoque clínico, Freudenberguer (1974) señala que el síndrome de quemarse hace alusión a la experiencia de agotamiento, decepción y pérdida de interés por la actividad laboral. En esta misma perspectiva se pueden encuadrar, entre otros, Pines y Aroson (1988), quienes lo conceptualizan como un estado en el que se combinan fatiga emocional, física y mental, sentimientos de impotencia e inutilidad, sensaciones de sentirse atrapado, falta de entusiasmo por el trabajo y la vida en general, y baja autoestima.
Desde un enfoque psicosocial, la mayoría de los autores asumen la definición elaborada por Maslach y Jackson (1981), quienes señalan que el síndrome de quemarse debe ser conceptualizado como un síndrome de agotamiento emocional, despersonalización y falta de realización personal en el trabajo.
Que uno o varios trabajadores de una organización sufran el síndrome de quemarse por el trabajo conduce a consecuencias muy negativas tanto para el propio trabajador que lo padece, como para la empresa u organización en la que trabaja.
Entre las principales consecuencias del estrés laboral que se asocian al síndrome de quemarse por el trabajo, se encuentran las siguientes:
Atendiendo a la gravedad de las consecuencias que este síndrome puede producir tanto en los trabajadores como en la propia organización, resulta necesario establecer un plan de intervención que aborde las siguientes áreas:
Promover la adaptación trabajador-trabajo. La adaptación al puesto de trabajo incluye actividades de formación y entrenamiento en los procesos productivos de la empresa, así como temas de seguridad y salud en el trabajo, y se refuerzan los conocimientos sobre los factores de riesgo propios de la actividad y los controles para estos.
Modificar el ambiente de trabajo. Llevar a cabo aquellos cambios administrativos, organizacionales, de diseño del puesto de trabajo, de seguridad y del ambiente laboral que se requieran para compensar las capacidades de las personas con los requerimientos de desempeño del trabajo.
Fortalecer los vínculos sociales entre los trabajadores. Es importante tener compañeros con los que se puedan entablar relaciones cordiales, sinceras y de mutua colaboración. Asimismo, consolidar dinámicas grupales permite aumentar el control del trabajador sobre las demandas psicológicas del trabajo.
Fortalecer las redes de apoyo social, incluyendo el apoyo psicológico al trabajador.
Fortalecer la gestión del desempeño (feedback), asegurando el reconocimiento a los trabajadores por las actividades finalizadas.
El síndrome de quemarse por el trabajo es un factor que requiere de un importante ejercicio de reflexión por parte de todos los miembros de una organización. La definición del puesto del trabajo, la carga laboral, el tipo de feedback que las figuras de liderazgo o de cargos altos o intermedios dispensan a los trabajadores que se encuentran bajo su mando, la seguridad laboral, la comunicación, entre muchos otros, son elementos que requieren de una revisión constante y rigurosa para asegurar el bienestar de las personas que forman parte de una empresa u organización. Este bienestar es la base para construir un modelo de trabajo que favorezca el afrontamiento de cualquier objetivo laboral, beneficiando, significativamente, tanto a la empresa como al equipo humano que forma parte de ella.
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