Imagínate una tarde cualquiera en la terraza de una cafetería. En esta terraza te encuentras con un grupo de personas, probablemente amigos o familia, todos ellos sentados alrededor de una mesa, con sus bebidas y snacks favoritos para picotear, y cada uno de ellos mirando su teléfono móvil, sin mediar palabra con el resto.
¿Has presenciado alguna vez esta escena?
Las redes sociales son herramientas digitales que se concibieron para facilitar la comunicación, habilitando espacios para crear y compartir contenido con las diferentes comunidades existentes, permitiéndonos conocer a otras personas con intereses o aficiones similares a las nuestras.
En la actualidad contamos con aplicaciones digitales muy diversas con infinidad de posibilidades: podemos encontrar herramientas para encontrar trabajo, dar a conocer nuestros proyectos o aficiones, hacer nuevas amistades, buscar parejas sentimentales, espacios para satisfacernos sexualmente, compartir opiniones sobre multitud de temas, entre otras muchas.
Es indudable el atractivo que genera la enorme variedad de usos de estas herramientas digitales, pero ¿qué está ocurriendo con nuestra manera de comunicarnos y de interaccionar con nuestro entorno?
De un modo lento, pero firme, estamos siendo testigos de los cambios que se están produciendo en nuestro modo de comunicarnos con los demás, generando dificultades en nuestra interacción interpersonal, analógica o “de carne y hueso”.
A continuación, os presento algunas de las dificultades más comunes, y dignas de atención:
El anonimato de las redes sociales nos ha ofrecido la posibilidad de agredir verbalmente, o incluso de acosar y coaccionar, a todas aquellas personas que puedan tener una opinión diferente de la nuestra sobre cualquier tema, asumiendo como legítimo un estilo comunicativo violento. Cada vez es más común encontrar a personas con verdaderas dificultades para resolver sus conflictos sociales de un modo asertivo y respetuoso, dejando atrás elementos como la escucha activa, la defensa de una opinión usando argumentos objetivos y contrastados, para dar lugar al insulto y a la humillación sin control.
La gran fuente de entretenimiento que suponen las redes sociales ha favorecido una gran dependencia hacia estas, llegando a consumir todo nuestro tiempo de ocio, y en ocasiones también al tiempo que dedicamos a trabajar, a estudiar o a relacionarnos con nuestros familiares y amigos. En algunos casos, esta situación puede llegar a generar el aislamiento social.
La facilidad con la que podemos relacionarnos con otras personas a nivel digital también ha supuesto un déficit en el uso de nuestras habilidades sociales en el día a día. Iniciar una conversación, expresar afecto, defender nuestros derechos o resolver un conflicto social, realizar o recibir un cumplido, compartir una opinión o conocer a gente nueva, puede convertirse en una verdadera dificultad a nivel social.
La necesidad de generar una “imagen perfecta” de uno mismo en las redes sociales también supone una distorsión de nuestro autoconcepto (aquellos aspectos, positivos y negativos, que consideramos que nos definen y forman parte de nosotros). Desear alcanzar la falsa perfección que las plataformas digitales nos permite reflejar y comunicar a otros provoca una dependencia que esconde una baja autoestima y un intento, fallido, de huir de nuestras preocupaciones e inseguridades.
Sin lugar a duda, las redes sociales son una herramienta muy útil en todas nuestras áreas vitales por la infinidad de posibilidades de uso que nos ofrecen. Asimismo, un mal uso, o un abuso de estas, supone un grave daño a nuestra capacidad adaptativa en la comunicación social, y también en el modo en el que interaccionamos con nuestro ambiente y cómo respondemos a las dificultades que este nos plantea en muchas ocasiones.
En este punto es importante dar un vistazo a nuestro alrededor (amistades, familia, pareja sentimental, mascotas y lugares agradables para nosotros como un parque, la montaña o la playa), y recordar que de nosotros depende su cuidado y su disfrute, puesto que todo resulta mucho más bonito, agradable y placentero cuando lo experimentamos en vivo y en directo.
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