Stalking es un término utilizado para englobar conductas de acoso, acecho y hostigamiento. Actualmente se define “stalker” a un sujeto o usuario que utiliza las redes sociales para espiar o vigilar a otras personas. Esta conducta la lleva a cabo de forma anónima.
Ahora bien, la obsesión se define a partir de ideas, palabras o personas que se imponen, de forma repetitiva, en la mente de una persona. Se caracteriza por ser difícil de evitar y por irrumpir aún en contra de la voluntad del sujeto que la padece.
En estos tiempos, la tecnología se ha vuelto otro lugar para desplegar las conductas obsesivas. Si bien, el obsesivo no se acota en las redes sociales, las mismas han impulsado otras formas de desplegar este comportamiento. Ya que impulsan el conocimiento de la vida privada de otras personas, favoreciendo el anonimato.
Durante el despliegue de la obsesión, hay una pérdida de registro de la realidad. Es muy común que quien padece esta conducta, imagine ciertas escenas por información que extrae de una fuente poco confiable: las redes. Estas son engañosas y, muchas veces, arrojan datos que son poco veraces, pero que fomentan las conductas de stalking.
Pueden ser famosos a quienes se toman como modelos a seguir. Pero también pueden ser vínculos cercanos. Es muy común que la víctima sea la propia pareja o ex vínculos amorosos.
¿Por qué surgen? Suelen aparecer frente a la angustia e inseguridad latentes. En muchas ocasiones, la persona intenta “cubrir” estas emociones por medio del comportamiento obsesivo. De este modo, evita tomar contacto con aquello que le hace daño. Sin embargo, la misma conducta, y la imposibilidad de ponerle fin, resulta autodestructiva.
Por otro lado, hay una ilusión de control sobre la otra persona. Cuando se consulta a “stalkers” pueden mencionar que realizan este comportamiento para “no perder el vínculo” o “para saber cómo se encuentra la otra persona”. También es muy frecuente que al sentir celos quieran “asegurarse que su pareja no está con alguien más”.
¿Cuándo el stalking se vuelve peligroso? Cuando genera angustia. La persona comienza a notar que la afecta emocionalmente. A su vez, hay una pérdida de energía. Este comportamiento toma todo el foco atencional e impide priorizar actividades que aportan bienestar. La acción de “revisar la vida de otro” provoca un descuido de la propia vida, dejando de lado vínculos y deseos personales.
Como esta conducta ocurre en “automático”, el pensamiento no suele mediar. Se vuelve parecido a una compulsión. Comenzar a cuestionarlo es el primer paso para abandonar el stalking. Se puede realizar un “tiempo fuera”, tomar una pausa y respirar por unos segundos para pensarlo.
Pedir ayuda es clave cuando notamos que no podemos evitar continuar con este comportamiento. Llamar a un amigo puede funcionar como una técnica de distracción para limitar la conducta obsesiva.
Poner límites es fundamental. Por ejemplo: solo revisar una vez al día, e ir disminuyendo progresivamente, una vez por semana y luego una vez al mes. También puede ser efectivo agendar a la persona víctima de la obsesión como “no atender” o “no contestar”. Esto puede servir justamente para impedir el contacto.
Me gustaría finalizar con una pregunta: ¿Qué pasaría si toda la energía que inviertes en la conducta de “stalking” la invirtieras en ti?
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