El apego no es más que un vínculo emocional y afectivo que aparece entre dos personas y que genera la necesidad de estar cerca o en contacto físico con esa persona. El apego se puede dar entre personas, con mascotas o con objetos inanimados.
El tipo de relación o adhesión que establecemos con nuestros padres o cuidadores, tiene un efecto significativo en la relación con nuestro entorno y en la manera de llevar nuestras relaciones afectivas en la adultez, pues determina nuestra seguridad y la manera de enfrentar el miedo y la ansiedad. Es durante la infancia específicamente durante los dos primeros años que se establecen vínculos sólidos que favorecen a un desarrollo emocional sano.
Este desarrollo emocional sano aumentan sus probabilidades con la presencia de al menos uno de los padres, por otro lado si no existen los padres o cuidadores que proporciones un ambiente de seguridad, cariño, contacto y afecto las consecuencias son niños llenos de angustia, inseguridad y miedos.
Entre los tipos de apego se puede mencionar:
Apego Seguro: Se refiere al apego que se genera los primeros meses entre un bebe y sus padres, donde se crea un vínculo de sensibilidad, sintonía, receptividad, afecto y cobertura de necesidades. Este es un apego muy sano, en el cual él bebe se siente aceptado, validado y seguro.
.- Apego evitativo: Es el tipo de apego donde el niño no se siente cuidado por sus padres, sus necesidades no están cubiertas, posee pensamientos permanentes de sufrimiento, tiene amor deficiente y a veces inexistente que le hacen sentir desvalorado y a observar a cualquier tipo de relación como motivo de desilusión o desconsuelo que es mejor evitar.
.-Apego ansioso: Este tipo es uno de los más dañinos debido a que la relación padre e hijos que se establece es muy inconsistente, insensible y desajustada generando comportamientos de gran ansiedad e inseguridad, desconfianza, terquedad, rabia, desesperación y recelo en los niños.
.- Apego desorganizado: Es aquel tipo de apego que se genera en ambientes patológicos de familias disfuncionales, con antecedentes de maltrato físico y emocional donde el niño queda encerrado en una constante duda, despertando su instinto de supervivencia en ese ambiente que sabe no es seguro pero no conoce o no tiene acceso a otra situación y tiene un gran impacto en su desarrollo emocional, social y cognitivo.
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