La transfobia se refiere a acciones y actitudes por medio de las cuales se expresa menosprecio, intolerancia y odio hacia las diferentes formas en las que el género y sexo biológico se vinculan. Estas actitudes tienen el objetivo de excluir minorías por su afinidad de género no tradicional, a través del rechazo y violencia. Es decir, las personas con transfobia excluyen y expresan discriminación en contra de personas transgenero por la única razón de serlo.
La transfobia está muy asociada a la cultura de cada país, aunque puede acoger diferentes formas. No es un secreto que para muchas culturas lo transgénico se oculta, se hace invisible y es fuertemente reprimido en todas sus formas de manifestación, incluso son excluidas de la vida pública.
La persona que es víctima de la transfobia no tiene rasgos estereotípicos que se puedan asignar a los transgenero, más bien tienen un gran rango de identidades de género, en los que se puede mencionar:
Son aquellas personas que se identifican con símbolos y estética que no se corresponde con su cuerpo y genero.
Se refiere aquellas personas en las cuales su género no concuerda con el que la sociedad le atribuye de acuerdo a su sexo biológico.
Son aquellos individuos que no se percatan que su identidad está relacionada a una identidad de género fija y reconocible, sus límites son borrosos o variables.
Son aquellas personas cuyos genitales en algún momentos de sus vidas se desarrollaron de manera confusa sin llegar a completar sus características masculinas o femeninas.
Son muchas las teorías y justificaciones referentes a este particular, pero cada una de estas razones debe tener un argumento que explique no solo la hostilidad de personas aisladas sino también un sedimento legal y cultural que evidencia la discriminación metódica y colectiva hacia una minoría.
Por otra parte sociólogos y antropólogos tienen una creencia que este tipo de fobia es esencialmente, una forma de expresar un modo de dominación que se prolonga a sí mismo sin justificación de generación en generación. Esencialmente, se basa en la idea de que la actuación de género tiene que ser respetado lo natural y que en consecuencia la persona que quiera desviarse es quien tiene el deber de demostrar, convencer y argumentar.
En otros casos se considera la transfobia no solo como una resistencia a romper con las costumbres y creencias sino que existen grupos con privilegios que dependen de que la actuación de género no sean difundidos. A partir de este punto de vista se evidencia el hecho de que excluir a los transgénicos es un mecanismo para dominar e implantar el poder y tener el control de la vida de otro y alcanzar beneficios colectivos de ello para una minoría, que en general se compone de grupos heterosexuales blancos con identidad de género masculino.
Para ellos mantener controladas lo que ellos consideran amenazas en contra de los roles de género les concede la explotación de mujeres y minorías transgenero sin superarlas en cantidad de manera amplia.
En general, esta es una de las razones por las cuales las transfobia se relacionan con los diferentes tipos de sexismo. Estas dos maneras de legalizar los roles clásicos son los que proporcionan beneficios a una parte de la sociedad y por otros lado la perjudican.
La transfobia no está relacionada con preferencias específicas que definen nuestras posturas o conductas, más bien puede ser modificado y eliminado tanto como las formas de sexismo. Cambiar la manera de pensar y los hábitos puede ayudar a la aceptación de la existencia de personas transgenero con todo lo que esto incluye y significa. Por ello es necesario hacer una revisión de los esquemas mentales en los que se basa juzgar a estas minorías y preguntarse a sí mismos, cuál es el límite para uno mismo y los demás que es más útil.
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