Claustrofobia: definición, causas, síntomas y tratamiento

La claustrofobia no es más que un miedo extremo e irracional a quedarse atrapado en un lugar o espacios angostos, pequeños  y cerrados, sin ventilación como ascensores, sótanos, túneles, incluso en lugares con grandes multitudes de personas, que genera a quien lo padece mucha ansiedad, temor y miedo, pues la persona piensa que no podrá salir. 

Este tipo de trastorno afecta la vida cotidiana de las personas de muchas maneras, pues evitan todo tipo de situación que pueda activar un episodio de terror, por el cierre, restricción o confinamiento pues tienen la sensación de quedarse sin aire y no poder respirar.  

Generalmente, padecer de una fobia puede ocurrir en cualquier momento, debido a  una situación que te haga entender por ejemplo que no soportas estar en lugares cerrados, pues te generar sentimientos negativos.  Sin embargo, de acuerdo a varios estudios se ha demostrado que la claustrofobia puede comenzar desde la infancia. 

Las situaciones más comunes que pueden activar o desencadenar este tipo de fobia es estar encerrado en un cuarto oscuro y no ubicar la puerta de salida o el interruptor para encender la luz, encerrarse en un armario, quedar con la cabeza atrapada entre dos barrotes, caer en una piscina y no saber nadar, perderse entre una multitud, entre otros. 

La claustrofobia puede presentarse de distintas maneras y provocar diferentes reacciones. En todos los casos de fobias las personas presentan conductas de evitación con la finalidad de disminuir la ansiedad y molestias que estas situaciones generan. 

Los síntomas que pueden presentar las personas con claustrofobia son: 

Conductas evitativas. 
Ansiedad extrema. 
Miedo 
Pensamientos de poder quedarse sin poder respirar. 
Pensamientos de muerte. 
Sudoración excesiva. 
Hiperventilación 
Aceleración del ritmo cardiaco. 
Temblores. 
Dolor y presión en el pecho. 
Náuseas. 
Mareos. 
Dolor de cabeza. 
Aturdimiento. 

La claustrofobia es un tipo de fobia que puede ser superada con tratamiento psicológico. Lo más importante es comunicar lo que siente a una persona que pueda ofrecerle la ayuda adecuada. Uno de los tratamientos psicológicos más efectivos es la terapia cognitivo conductual, la desensibilización sistemática y el Mindfulness. Si se presentan casos extremos se utiliza la medicación farmacológica con ansiolíticos combinada con terapias psicológicas.