¿Quién no se ha encontrado con alguien grosero e impertinente? A muchos os habéis pasado y provoca enviarlos con un pasaje sin regreso a algún país muy lejano.
Lo creas o no, la gente con poco sentido del respeto hacia los demás es bastante más común de lo que imagináis.
Pero y ¿cómo tratar con personas maleducadas?
En vuestro día-a-día habrá oportunidad para toparse con personas groseras y maleducadas que os hagais perder la paciencia, respirar profundamente y pensar muy bien antes de contestar lo primero que os venga a la mente.
Hemos recopilado algunos consejos que te ayuden a manejar estas situaciones.
Naturalmente, ser objeto de comentarios desagradables te saca de tus casillas. Sin embargo, en tus manos tienes la opción de escoger tu reacción y el no darle relevancia siempre será la mejor de ellas. Las personas maleducadas pierden terreno cuando el ofendido no cae en su juego.
De manera muy frecuente, las razones para que una persona sea ruda no están relacionadas con vosotros. Todos hemos tenido un mal día en el trabajo o discutimos con alguien. Pero ¿cómo vais a saberlo sin preguntar? Mantenerse ecuánime y un tono de de voz calmado permite entender a la otra persona de manera más efectiva. Nunca está de más ponerse en los zapatos del otro.
Habéis tenido situaciones en las que vosotros sois el grosero e impertinente. ¿Poderos recordar algún evento así? Seguramente no lo habéis hecho con intención y luego vienen los arrepentimientos. Ser comprensivo es lo más noble y transformador que podéis hacer ante una circunstancia de esa naturaleza.
Separar la parte emocional de la situación y dejar que tu pragmatismo sea el actor principal es lo más asertivo que podéis hacer. Preguntaros ¿he hecho yo algo para generar este comportamiento? El ser objetivo y buscar la causa os permitirá no aumentar la tensión o incluso, encontrar una solución.
Este tipo de situaciones producen reacciones como el llanto, gritos o romper cosas. El melodrama no colabora en nada a modificar el comportamiento del otro. Si te sientes aludido y reaccionas en función a ese sentimiento, tus acciones y palabras generarán una situación más difícil de controlar y que pueda afectar. Reflexión y resiliencia os hará quedar como un gran estratega.
Aunque la mala educación puede ser un asunto relacionado a malos modales aprehendidos en la niñez, puede pasar que esa actitud esté conectada a alguna frustración personal. Ofrece tu mano y convertíos en agente de cambio. No sabeís con exactitud qué le está pasando al otro y tratar de entenderlo puede transformar esa rudeza en agradecimiento.
Repetir una forma puede convertirse en un hábito, en este caso uno muy malo. Entendeis que muchas personas se comunican desde la ofensa por costumbre o porque no han conocido otro mecanismo para conectarse con los demás.
Tan pronto os percatéis de ellos, podéis entender que ser rudo es un hábito muy retador de romper y que, seguramente, no se han dado cuenta de lo desagradable de su comportamiento.
Nadie modificará su comportamiento si así no lo desea. Verás que será menos complicado para ti entender que no puedes generar el cambio en los demás sin su disposición. A veces, dejar que ellos solos encuentren la solución a su problema es la mejor forma de ayudarlos.
No permitáis que las ofensas, los comportamientos grotescos y la grosería formen parte de tu vida. Un arma muy eficaz es la bondad. Tu amabilidad permitirá que el otro controle su comportamiento.
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