Habla ahora con nuestro equipo, sin compromiso, y si te suscribes podrás hablar gratis 50 min. con tu psicólogo.
Permítenos ayudarte a afrontar de manera más positiva y eficaz los retos del día a día.
Si estás pasando por una situación difícil que te ha llevado a sentirte triste, desmotivado y desconectado de los demás y de ti mismo, es posible que estés experimentando depresión reactiva. Este tipo de depresión, del cual se habla poco, puede ser devastador para aquellos que lo padecen. La depresión es un trastorno del estado de ánimo que afecta nuestros pensamientos, emociones y comportamientos. Los síntomas incluyen una profunda tristeza, falta de motivación, apatía, incapacidad para disfrutar de las cosas y la sensación de que la vida carece de sentido.
Si bien es normal que todos nos sintamos de esta manera en ciertos momentos, las personas con depresión reactiva experimentan estos síntomas de manera casi diaria durante al menos dos semanas. Esto tiene un impacto significativo en su vida diaria y empeora su salud mental y bienestar.
La depresión reactiva, también conocida como depresión situacional, es una respuesta a un evento significativo en la vida que nos resulta difícil de manejar. Básicamente, es una reacción a un problema externo o a un factor altamente estresante que nos desestabiliza. Este concepto fue introducido en 1920 por Kurt Schneider, quien estableció un modelo en el cual existen dos tipos de depresión: la depresión endógena (en la que es difícil identificar un evento desencadenante específico y los factores internos tienen más influencia en su origen) y la depresión reactiva (en la que la causa es fundamentalmente externa).
En la actualidad, la depresión reactiva se engloba dentro del trastorno de adaptación, pero con la característica distintiva de que existe un evento desencadenante que provoca un estado de ánimo particularmente angustiado. Es decir, se trata de una reacción emocional negativa que va más allá de la tristeza normal ante un evento vital.
La causa de la depresión reactiva radica en el factor desencadenante, es decir, la experiencia estresante que ha provocado los síntomas. Esto puede ser desde un divorcio hasta la muerte de un ser querido o la pérdida del trabajo.
Sin embargo, es importante destacar que las circunstancias y eventos que pueden desencadenar una depresión reactiva no siempre son negativos. En algunos casos, cambios positivos en la vida también pueden generar tanto estrés que terminan desencadenando un episodio depresivo. Por ejemplo, el embarazo, una mudanza, comenzar la universidad, casarse o iniciar un nuevo proyecto laboral. Aunque estos cambios generan entusiasmo, también pueden ser una fuente de estrés y provocar sentimientos contradictorios, como el miedo, activando la sensación de pérdida y tristeza.
Esto significa que la depresión reactiva no ocurre únicamente cuando nos enfrentamos a una situación adversa, sino que también existe un factor psicológico que depende de cómo percibimos nuestro entorno. Si no nos sentimos capacitados para manejar el cambio o este genera demasiada incertidumbre, es probable que experimentemos estrés y abramos la puerta a la depresión.
Es importante destacar que el evento que puede desencadenar una depresión reactiva en una persona no necesariamente la generará en otra, ya que esto dependerá de los recursos de afrontamiento de cada individuo.
Los síntomas de la depresión reactiva pueden variar de una persona a otra, pero algunos de los más comunes incluyen una tristeza profunda, irritabilidad, falta de energía, apatía, desmotivación, dificultad para concentrarse, descuido de responsabilidades, cambios en los hábitos cotidianos, aislamiento social, disminución del rendimiento académico o laboral y dolor físico como dolores de cabeza o problemas digestivos.
Cuando estos síntomas son leves y como respuesta a una situación estresante, pueden considerarse normales y no hay motivo de preocupación. Sin embargo, si se agravan o persisten, es importante prestarles atención. En general, los síntomas de la depresión reactiva tienden a disminuir a medida que la situación mejora o nos adaptamos al cambio. Sin embargo, en algunos casos, pueden empeorar y dar lugar a una depresión mayor más crónica.
El tratamiento para la depresión reactiva puede variar, aunque en general la terapia cognitivo-conductual puede ser particularmente eficaz. Esta terapia ayuda a las personas a identificar los pensamientos negativos que alimentan la depresión y a reemplazarlos por pensamientos más positivos y adaptativos. También enseña técnicas para lidiar con la situación estresante que ha desencadenado la depresión.
Es importante destacar que el tratamiento debe ser individualizado y adaptado a cada persona, teniendo en cuenta los factores internos y externos que pueden estar influyendo en la depresión reactiva. Si estás experimentando síntomas de depresión reactiva, es recomendable buscar ayuda profesional para obtener un diagnóstico adecuado y recibir el tratamiento adecuado.
Queremos ayudarte a superar tu depresión. Si nos aportas más información sobre tu situación podremos entender mejor qué la provoca:
Habla ahora con nuestro equipo, sin compromiso, y si te suscribes podrás hablar gratis 50 min. con tu psicólogo.
Permítenos ayudarte a afrontar de manera más positiva y eficaz los retos del día a día.
< Siguiente
Manipulación psicológicaAnterior >
Patología dualSuscríbete a las Noticias de Psonríe
Puedes seleccionar que tipo de noticias quieres recibir