“En esta vida no debemos tenerle miedo a nada”, “Los niños valientes no tienen miedo”, “Esos miedos que dices tener son una tontería”, “Tener miedo es de cobardes”, “No le cuentes a nadie que tienes ese miedo porque se burlarán de ti”, …
¿Te suenan estas frases?
La estimulación de la Inteligencia emocional se ha convertido en uno de los aspectos más importantes en la educación de los más pequeños, y es que, tal y como señala Daniel Goleman, hoy en día podemos afirmar sin duda alguna que la investigación científica ha demostrado que la autoconciencia, la confianza en uno mismo, la empatía y la gestión más adecuada de las emociones e impulsos perturbadores, no solo mejoran la conducta del niño, sino que también inciden muy positivamente en su rendimiento académico.
Sin embargo, el miedo sigue siendo una emoción que causa una especial antipatía, sobre todo cuando nos planteamos la posibilidad de que nuestros hijos/as o nietos/as puedan experimentarla, provocando en nosotros la necesidad de protegerlos de esta emoción.
¿Quieres conocer esta emoción un poquito mejor?
Para Daniel Goleman, la inteligencia emocional es la capacidad de reconocer sentimientos propios y ajenos, de motivarnos y de manejar adecuadamente nuestras relaciones sociales. Las emociones nos informan de cómo procesamos lo que vivimos y esto resulta muy útil en todas nuestras áreas vitales.
La Inteligencia emocional es la capacidad de:
Peter Salovey y Jonh D. Mayer, que fueron quienes plantearon por primera vez el concepto en un artículo de 1990 que abriría muchos caminos, propusieron un modelo que identifica cuatro factores diferentes de la Inteligencia emocional:
En la infancia, la inteligencia emocional ayuda a que los niños enfrenten los retos de la vida de manera adaptativa y funcional, ayudando a manejar mejor los sentimientos negativos como la frustración. La inteligencia emocional favorece el conocimiento de las emociones, aspecto muy importante para ayudar a los más pequeños a entender su mundo.
Podemos definir el miedo como una emoción básica que se caracteriza por la experimentación de una sensación desagradable e intensa ante la percepción de un peligro o daño real o imaginario (físico o psicológico).
En la infancia, el miedo es una emoción habitual que puede producirse ante situaciones o estímulos muy variados que, sin ser objetivamente peligrosos, se perciben de un modo amenazante (por su novedad, por su aparición brusca, por el desconocimiento o por la incertidumbre que nos produce su apariencia o posible funcionalidad, entre otros muchos motivos), por lo que adquiere un importante valor en nuestro proceso de aprendizaje y exploración de nuestro entorno.
Aunque el miedo es una emoción básica, con características comunes en su manifestación, cada persona puede interpretarlos y vivirlos de maneras muy diferentes, sobre todo durante la infancia, pero existen algunas recomendaciones que se pueden tener en cuenta a la hora de ayudar a los más pequeños de casa a superar sus miedos:
Las emociones son una herramienta de comunicación muy valiosa que nos permite adaptarnos a nuestro entorno y comunicarnos con los demás. Acompañar a los más pequeños de casa a reconocer, comunicar y gestionar sus emociones es uno de los mejores regalos educativos que podemos entregarles para que crezcan de un modo saludable.
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