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Burlarse de la ropa que lleva puesta nuestra vecina, menospreciar los logros académicos o profesionales de un antiguo compañero de instituto, sentenciar la ruptura de la relación de pareja de un viejo amigo, criticar a una persona que apenas conocemos por haber abierto un negocio en un determinado barrio de nuestro pueblo, bromear acerca del sobrepeso, o del infrapeso, del camarero que nos sirve el café… Hablar mal de los demás se ha convertido en un hábito socialmente aceptado y, en la mayoría de las ocasiones, no somos conscientes del daño que podemos causar con esta práctica.
El ser humano es un ser social y, tal y como señalaba Abraham Maslow (1954), el sentido de pertenencia es una necesidad básica humana, englobando en ella la confianza, intimidad y aceptación del individuo en un grupo.
De acuerdo con esta idea, para las personas es importante encontrar ese grupo social, pero resulta todavía más significativo encajar en él. Cuando consideramos que estamos dentro de un determinado grupo social, tendemos a utilizar todas nuestras habilidades sociales para afianzar estos nuevos vínculos, llegando a imitar el comportamiento de los demás para defender ese sentimiento de pertenencia.
Esta necesidad de pertenencia, sumada a aspectos intrínsecos de un individuo, tales como un autoconcepto negativo, determinados rasgos de una personalidad dependiente -en aquellas personas que favorecen o refuerzan la crítica y el hostigamiento-, o la experimentación de emociones sociales mal gestionadas como la envidia o los celos, pueden terminar convirtiéndose en el inicio de la conducta de criticar o hablar mal de los demás.
La etiqueta “hater” se utiliza popularmente para aludir a aquellas personas que realizan comentarios, conductas negativas y críticas para dañar a otra persona, generando un profundo malestar en sus víctimas. Cuando pensamos en los “haters” suelen venirnos a la mente las personas que trasmiten mensajes de odio, comentarios hirientes y ofensivos u otras formas de agresión verbal a través de las redes sociales. Personas que evidencian rasgos de personalidad antisocial y de las que sentimos un fuerte rechazo y repulsa por el daño que generan en otros.
Sin embargo, no siempre es necesario entrar en las redes sociales para encontrar a estas personas. Nuestros vecinos, amigos, familiares, o incluso nosotros mismos, hemos podido llevar a cabo estas prácticas sociales sin ser conscientes de las repercusiones que pueden tener en los demás.
Las víctimas de las críticas y de los comentarios despectivos sobre cualquier aspecto de su persona cuentan también con la necesidad de pertenencia a un grupo de referencia, por lo que gran parte de las consecuencias, por este mal hábito, se encuentran asociadas a su área social (dificultades para relacionarse con los demás, un pobre manejo de sus habilidades sociales, soledad, sentimiento de inferioridad en comparación con el resto de las personas o aislamiento).
Lamentablemente, no son pocos los casos que acuden al psicólogo por el malestar provocado por este hostigamiento sufrido a través de las críticas de los demás. Entre algunas de las problemáticas psicológicas encontradas suelen destacar las siguientes:
Ansiedad social. Un estado de continua inquietud y tensión por temor a ser juzgado negativamente por los demás. Esta situación suele llevar al aislamiento, evitando cualquier actividad que suponga el contacto con otras personas.
Depresión. La víctima de las críticas continuadas puede llegar a sufrir un estado de ánimo hipotímico, generando un sentimiento de soledad, inutilidad o culpabilidad por lo ocurrido. El propio autoconcepto de la víctima termina por asumir las críticas como una parte importante de aquello que le define, dañando significativamente a su autoestima.
Riesgo de suicidio. En los casos más severos, la víctima puede llegar a verse profundamente afectada por las continuas críticas y comentarios despectivos hacia su persona, llegando a desear su propia muerte.
En este punto resulta fundamental que asumamos la responsabilidad de cambiar, en la medida de nuestras posibilidades y atendiendo a cada situación y contexto de manera específica, la forma de comunicarnos con nuestro grupo de referencia o con las personas que nos rodean. Para ello, tendremos en cuenta estas dos premisas:
Si eres tú la persona que inicia o participa de la crítica hacia otros. En los últimos estudios publicados por la Asociación Americana de Psicología (APA) se señalan las características de la persona que critica, resaltando un sentimiento de inseguridad, insatisfacción con uno o varios aspectos asociados a sus áreas vitales y baja autoestima. Por otro lado, la necesidad de encajar y pertenecer a un grupo nos puede influir en este tipo de comportamientos, infiriendo un posible déficit en el manejo de nuestras propias habilidades sociales y comunicativas.
Entender y asumir que este hábito no soluciona tus propias inseguridades, o cualquier otra problemática que te esté afectando en el momento presente, es un paso importante para extinguir este comportamiento.
Hagamos un ejercicio introspectivo y reflexionemos sobre nuestras propias necesidades o dificultades para afrontar nuestros problemas de un modo más funcional y adaptativo.
Enfocar nuestro malestar en los demás no es la solución.
Si eres testigo de la crítica hacia otras personas por parte de tu grupo social. Puede que te resulte impopular, pero afear este comportamiento en nuestro entorno puede suponer el primer paso para dejar de normalizarlo.
Con el paso del tiempo las personas hemos realizado una evolución muy positiva hacia la sensibilización ante actos violentos o discriminatorios, asumiendo una actitud crítica ante cualquier comportamiento que atente contra la libertad, el respeto o la seguridad de otros.
Este puede ser un gran momento para generar una responsabilidad social y colectiva que nos ayude a responder de un modo crítico hacia el hábito de hablar mal de los demás.
Como podemos comprobar, la solución a este problema no pasa únicamente por facilitar a las víctimas de las críticas y de los chismes locales herramientas para poder confrontar esta situación de un modo funcional y adaptativo, también nosotros tenemos la posibilidad de mejorar nuestros hábitos sociales, adquiriendo el compromiso de relacionarnos, y de comunicarnos, de un modo empático, asertivo y respetuoso.
Queremos ayudarte a mejorar tu autoestima. Si nos aportas más información sobre tu situación podremos entender mejor qué la provoca:
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