Una teoría de conspiración es usada para tratar teorías alternativas a las oficiales, algunas tienen una función social, económica, política, religiosa, histórica o científica. Estas teorías se basan en hipótesis sobre ciertos sucesos importantes o de relevancia en la historia de la sociedad para demostrar que han sido causados por conspiraciones misteriosas. Actualmente en este año 2020 ha sido un año particularmente sensible a las teorías de conspiración, cada persona puede creer teorías diferentes e incluso existen grupos de personas que se unen a defender sus creencias alternativas. Los medios sociales o las noticias, han sido un gran instrumento para promover estas creencias. Las teorías ofrecen una especie de contrapeso psicológico, una sensación de control, una narrativa interna para encontrarle sentido a un mundo que parece no tenerlo, la persona de forma inconsciente ante el peso de incertidumbre puede optar o inclinarse a dichas creencias. No todas las teorías llegan a ser comprobadas o validadas en el tiempo.
Un estudio titulado “Looking Under the Tinfoil Hat” y publicado en línea en Journal of Personality, Bowes y Scott Lilienfeld, midió rasgos de personalidad que pudieran ser propensos a las creencias de teorías conspirativas. Los resultados arrojaron los siguientes rasgos predominantes: la presuntuosidad, la impulsividad egocéntrica, la ausencia de compasión, niveles elevados de estados depresivos y ansiedad, y un patrón de pensamiento llamado “psicoticismo”. Este comprende un patrón de pensamiento mágico que va mucho más allá de la superstición común e ideas paranoicas.
Podemos generar la pregunta: ¿Existe correlación entre personas paranoides y las teorías conspirativas?. Hasta los momentos los estudios psicológicos no han indagado este efecto, pero si podemos afirmar que las personas con tendencia paranoide pudieran ser susceptibles a estas creencias, ya que estos sospechan que otros tienen previsto explotarlos, engañarlos, o hacerles daño. Sienten que pueden ser atacados en cualquier momento sin razón. A pesar de que hay poca o ninguna evidencia, insisten en mantener sus sospechas y pensamientos. Es decir, los niveles de sospecha y ser engañados es un patrón que pueda ser afianzado con las teorías conspirativas, y a su vez incrementar su cuadro sintomático.
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