Trauma vicario

El trauma vicario es el resultado de la exposición indirecta a un suceso traumático o doloroso, que genera consecuencias negativas en la persona.  También se conoce como trauma secundario o indirecto y puede presentarse a nivel psicológico y físico, estimulando cambios en la manera de pensar sobre sí misma, el mundo y los demás. 

Aquellos profesionales (Médicos, enfermeras, personal de rescate, paramédicos, psicólogos, trabajadores sociales, policías entre otros) que se exponen directamente al dolor o sufrimiento de otras personas son más propensos a desarrollar trauma vicario. Sin embargo, todos somos susceptibles a sufrir este tipo de trauma. 

Algunas veces padecer este tipo de traumas es algo directo pues podemos ser protagonistas de cualquier situación o acontecimiento traumático que puede causar un gran desequilibrio emocional. En otros casos, este tipo de traumas se presenta de manera progresiva a lo largo de un periodo de tiempo y que se debe quizá, no solo a una historia traumática, sino que son varias. 

Comúnmente, en principio se establece un fuerte sentimiento de empatía hacia la persona víctima del trauma que incluye ponerse en su lugar y padecer sentimientos parecidos a la víctima protagonista del trauma. A partir de aquí se establece un vínculo con esa persona de manera emocional y se compromete hasta el punto de sentir responsabilidad por su tranquilidad  y estabilidad emocional. 

Estos acontecimientos vividos por la víctima se transforman en una razón de angustia, que afecta el sueño y nuestra vida con la sensación de que nosotros pasamos por esa situación. Además, esta situación puede ocasionar rabia e injusticia y el pensamiento de que vivimos en un lugar inseguro, hostil y muy caótico. 

Al llegar a este estado los pensamientos se vuelven irracionales y la experiencia traumática de la otra persona nos arrastra a la fatiga y desgaste que no nos permite cuidarnos a nosotros mismos. Volcamos todo nuestro esfuerzo a cuidar y apoyar a la persona que sufrió el trauma, creándonos angustia y desechando los recursos para ayudarnos nosotros mismos emocionalmente. 

Finalmente, esta situación nos hace pensar que no somos autosuficientes y nos pone en el escenario una realidad donde nos vemos como seres indefensos ante el mundo.  

El hecho de participar activamente con las víctimas y sus acontecimientos de vida afecta todos aquellos recursos vinculados a nuestra seguridad, confianza, autoestima, intimidad y control, fundamentales para nuestro bienestar emocional. 

El trauma vicario puede tener síntomas como desequilibrio de la salud mental,  bamboleo de las creencias acerca de nuestra visión del mundo,  sentimientos persistentes de dolor, tristeza, ansiedad, irritabilidad., cambios bruscos de humor, inseguridad, pérdida de esperanza, culpabilidad y sentimiento de inutilidad. 

Adicionalmente, pueden presentarse síntomas cognitivos como dificultad de concentración y problemas de memoria. Por otro lado también puede ocasionar la aparición de comportamientos pesimistas y cínicos, aislamiento, consumo exagerado de comida, alcohol o drogas, problemas para dormir, dolor de cabeza, erupciones cutáneas, acidez, úlceras y tensión muscular. 

Es muy difícil no sentir empatía con aquellas personas que están pasando por situaciones negativas. Sin embargo, existe una delgada línea que no se puede pasar para evitar que esos procesos nos afecten de manera aguda. 

Es importante mantenerse centrado y controlar nuestras reacciones emocionales y pensamientos para evitar involucrarnos demasiado. En el caso de que la exposición a estas situaciones negativas sea debido a puestos de trabajo, es muy importante equilibrar el trabajo y la vida personal.  

Es primordial entender que los traumas de otras personas no pueden afectarnos al punto de causarnos problemas emocionales. Su impacto no debe ser negativo en nuestra vida, más bien deben tomarse como fuentes de motivación para aprender a enfrentar situaciones de la vida.