Entendemos por vulnerabilidad al estrés, aquellos aspectos que puede aumentar o predominar al aumento de susceptibilidad y a los efectos dañinos del estrés a las personas. Por ejemplo, aspectos internos de la persona como autoestima, niveles de expectativas, autoexigencias, perfeccionismo, inseguridad, habilidades personales, etc.; o aspectos externos como estilos de vida, ambiente, cambios de círculo social, enfermedades, entre otros. Desde la perspectiva de Zaldivar (1996), hay principalmente dos factores que conforman un perfil de riesgo o de seguridad para la vulnerabilidad al estrés:
Estilo de vida: Los estilos de vida no saludables aumentan la vulnerabilidad al estrés, o sea, el riesgo a padecerlo.
Control: Tener que controlar o percibir el control de algún evento estresor hará que aumente el grado de estrés o tolerancia y sus efectos negativos.
Según Myron Loss, existen algunas categorías en la vida de una persona que pueden aumentar el riesgo de padecer estrés, nombramos algunas de ellas:
Dentro de los acontecimientos estresores que una persona puede experimentar, existen atribuciones en la que los individuos pueden determinar la causa a los resultados que están sobrellevando. A esto le llamamos locus de control (lo que creemos que tiene el control de nuestra vida aspectos internos o aspectos externos que podemos o no podemos controlar). Las personas con locus de control externo atribuyen los resultados obtenidos por fuerzas externas que están fuera de su control y las personas con un locus de control interno relacionan directamente sus comportamientos hacia los resultados que están obteniendo en el de situaciones o aspectos estresores.
Cada persona es particular en el manejo del estrés y en su estilo de vida, por lo cual en terapia psicológica se ayuda a la persona a identificar los detonantes, generadores y aspectos que interfieren en el estrés de su vida, para poder manejarlos concretamente.
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