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Por mucho tiempo, la figura del jefe se caracterizaba por dar órdenes, dirigir y sancionar en el entorno laboral. Este enfoque era adecuado en la sociedad industrial del pasado, donde se valoraba la obediencia, eficiencia y productividad del trabajador. Sin embargo, el mercado laboral ha evolucionado y el concepto de jefe ha dado paso al liderazgo. Entre los diversos modelos de liderazgo existentes, el liderazgo situacional resulta interesante.
Es evidente que la tecnología ha revolucionado nuestras vidas y los puestos de trabajo. En la actualidad, las empresas que desean destacar frente a la competencia comprenden la importancia de las habilidades blandas (soft skills) de sus empleados, como el pensamiento crítico, la creatividad y las habilidades comunicativas.
Los líderes también deben sostener una posición a la altura y conocer cuáles procesos o enfoques aplicar en cada situación. El liderazgo situacional se refiere a adaptar el estilo de liderazgo según las circunstancias. Cuando hablamos de liderazgo, no existe un único término o modelo. En realidad, diversas teorías describen los diferentes tipos de liderazgo que pueden ser empleados. Algunas teorías se centran en la personalidad del líder, otras en sus habilidades, y hay otras que consideran el contexto en el que se encuentra.
Sin embargo, el enfoque del liderazgo situacional se enfoca en los trabajadores o colaboradores. Este enfoque fue propuesto en 1969 por dos expertos en comportamiento humano y gestión: Paul Hersey y Ken Blanchard. Según su propuesta, un líder eficiente adapta su comportamiento según el nivel de desarrollo del grupo. A medida que el grupo evoluciona, el líder debe ajustar su enfoque y acciones. El modelo del liderazgo situacional se basa en dos elementos principales que conforman el ciclo de vida del liderazgo:
Las relaciones son las que abarcan contacto humano entre el líder y el empleado, y cómo este último influye en el rendimiento y comportamiento del líder. Se asocia con un comportamiento de apoyo.
La tarea se refiere a la actividad específica que el empleado o colaborador realiza y que el líder enseña o promueve. Se asocia con un comportamiento directivo.
En función de estas dos dimensiones, se entiende que el proceso de liderazgo atraviesa diferentes fases en las cuales se otorga mayor o menor importancia a cada elemento. La clave radica en comprender en qué etapa se encuentra el grupo y cada trabajador en particular, para determinar qué tipo de orientación y apoyo se requiere en esa situación específica.
Para ejercer el liderazgo situacional de manera efectiva, es fundamental desarrollar una habilidad blanda clave: la flexibilidad para adaptarse rápidamente a las circunstancias y buscar mejores resultados. Esto implica estar dispuesto a ajustar enfoques y estrategias según las necesidades cambiantes
Además, los líderes situacionales son perspicaces y tienen en cuenta las necesidades individuales de los miembros del equipo. Evalúan la seguridad, la confianza y el nivel de motivación, entre otros aspectos relevantes.
Es importante construir la confianza del equipo, para que las personas depositen su confianza en el líder situacional. Esto se logra a través de una comunicación efectiva y relaciones positivas. Otras cualidades necesarias para ser un buen líder situacional incluyen:
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