Autor:
Ana Viladomiu Jover
Empezar a decidir por uno mismo no es fácil. Dejar de pensar constantemente en lo que alguien espera de nosotros para pasar a considerar que es lo que queremos cuesta. Imaginar cuál es nuestro camino sin preguntar a quién tenemos al lado cuál espera que sea o que le parece el que estamos haciendo resulta casi imposible.
En ocasiones, la decisión va de la mano de decepciones, abandonos o reproches. Y es por eso que, muchas veces, somos capaces de olvidar qué es aquello que queremos. Pesa tanto el miedo al rechazo o abandono que preferimos ceder, aceptar o aprobar cualquier cosa aunque sepamos que posiblemente no nos aporte nada bueno.
Ponte delante de ti, abrázate y pregúntate que es lo que quieres. Consulta con tú yo personal si lo que estás haciendo tiene que ver con aquello que tú buscas, esperas, sientes o necesitas. Explora si la ruta que estás construyendo tiene algo que ver con lo que siempre has deseado. Piensa en cómo quieres llegar al final de tu camino. Imagina con quien quieres llegar a la meta y de que manera. Pregúntate cómo imaginas tu persona en un futuro.
Sé paciente, constante y no te olvides de ti. Y, siempre que lo creas necesario, empieza tu camino de cero. Vuelve atrás. Desata esas cuerdas que no son tuyas y da el primer paso de nuevo. En ocasiones, decidir implica renunciar y es eso lo que más nos bloquea a la hora de dar ese paso que consideramos importante. Que no sea esa renuncia la que te impida apostar por tu camino y recorrido.
Ten en cuenta al otro. Sé amable con la gente que te rodea y cuida esos lazos, pero no olvides que al final del camino estarás tú, contigo. Pisa decidido y escribe tu historia.
Valora tu ser, ama tu persona y acaricia tu alma.
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