No es raro escuchar en la clínica, a personas decirnos a los terapeutas cosas como: “Si pienso en mi soy egoísta”, “Esta mal pensar en uno”, “Yo no merezco disfrutar porque otros la están pasando mal”
Sin duda que esta no es una pregunta fácil de responder para la mayoría de nosotros. Pensar en los propios intereses individuales suele ser, para muchas personas, objeto de una gran culpa y sentimientos de incomodidad.
No es raro escuchar en la clínica, a personas decirnos a los terapeutas, cosas como: “Si pienso en mí soy egoísta”, “Está mal pensar en uno”, “Yo no merezco disfrutar porque otros la están pasando mal”, “Si hago algo para mi propia satisfacción, estoy siendo descuidado con el resto, me sentiré culpable”. Muchas de estas personas, sin dudas, no son egoístas. Pero la pregunta es: ¿Se están dando a ellas valor que merecen? Es ahí donde egoísmo y amor propio se tornan constructos separados.
Según RAE, el egoísmo es definido así:
Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás.
Dando una clara connotación negativa al término, con la cual hemos de coincidir en general la mayoría de nosotros. Ahora bien, lo anterior no quiere decir, necesariamente, que “prestarnos atención a nosotros mismos, nuestras necesidades, emociones, deseos o metas, no sea conveniente. De hecho, no es raro encontrar muchas problemáticas en el área de salud mental, que son al menos influidas por la falta de ocupación de las personas, en si mismas.
Matthew McKa y Patrick Fanning (1991), ponen el énfasis en la autoestima como punto central de su trabajo, el cual lo definen como esencial para la supervivencia psicológica. Que es la autoestima, si no la valoración que cada uno de nosotros, nos damos a nosotros mismos. Un autoestima sano, robusto, alto, necesita de una alta cuota de amor propio.
El primer prejuicio que debemos romper, es creer que pensar en nuestro bienestar es de alguna manera, perjudicial para quienes nos rodean. Tu eres lo más importante que tienes, jamás debes olvidarlo. Es por esto que, debemos poner sobre el tapete, el concepto de amor propio, como propulsor de cambio, de a un autoestima fuerte, firme y sano. El ser humano es un ser social y eso es innegable, el punto si se pueden tener relaciones sanas y genuinas con los demás, si antes no construimos una relación sana con nosotros mismos.
A quien pueda llegar a leer este artículo lo invito a reflexionar lo siguiente:
Si alguna vez, por seguir tus metas o deseos, alguien te dijo que eras egoísta, y te hizo sentir mal al respecto… ¿No será tal vez porque tú te animaste a hacer lo que aquella persona no? ¿No será tal vez porque el pensar en ti le perjudicaba de alguna manera?
Queremos ayudarte a mejorar tu autoestima. Si nos aportas más información sobre tu situación podremos entender mejor
qué la provoca: