Los temores o miedos, son emociones que se caracterizan por la intensa sensación, normalmente desagradable, causada por un sentimiento de peligro, presente, supuesto o real, pasado e incluso futuro. Es consecuencia de la aversión natural a la amenaza o riesgo y se hace presente y se puede manifestar en el hombre, así como en los animales.
El miedo es un fenómeno muy habitual en el transcurso del desarrollo de un niño. Aparece coincidiendo en determinadas edades, siendo estos miedos de poca intensidad y pasajeros, remitiendo libremente según como el niño se vaya desarrollando y madurando, a esto se le conoce como “miedos evolutivos”.
La ansiedad y las fobias son miedos irracionales, de gran intensidad y muy desproporcionados a un objeto temido o alguna situación de riesgo que, casi siempre, no supone una amenaza verdadera, como animales pequeños, la oscuridad, etc. Pueden ocasionar reacción de ansiedad y repercutir de forma negativa en el plano familiar o personal.
Puede ser muy común que los niños tengan a veces miedo. El miedo es una emoción que puede desarrollar la habilidad de ser cautos. Lo ruidoso, lo grande, lo nuevo o lo diferente pueden ocasionar miedo en un principio. Los padres deben ayudar a sus hijos a sentir seguridad en ellos mismos y a aprender a estar tranquilos y sentirse cómodos.
El temor a la oscuridad durante la infancia
El miedo a la oscuridad o a la noche en la infancia, es un temor extremo que podría ocasionar síntomas intensos de depresión y de ansiedad. Este miedo se puede convertir en fobia cuando es en extremo irracional, excesivo o interfiere en la vida normal de una persona, en este caso hablamos, específicamente, a los niños.
Sentir temor de la oscuridad, frecuentemente, comienza desde la infancia y es visto como una situación normal del desarrollo evolutivo como persona. Diversos estudios demuestran que sentir miedo a la oscuridad, podría deberse a la imposibilidad de ver claramente lo que nos rodea.
Solemos relacionar la oscuridad con el desamparo y la soledad, sobre todo los niños. La poca o limitada visión, hace que nuestra imaginación vuele y sospechar que la oscuridad esconde monstruos debajo de la cama o personas desconocidas que nos harán algo malo, algún mal oculto detrás de las cortinas o dentro del armario de la habitación. Cualquier ruido, por más simple que sea, puede representar alguna amenaza, de alguna criatura imaginaria o de un fantasma que nos acecha.
En otros casos, la oscuridad simboliza el fin del día, la culminación de los juegos y de las actividades. Cuando la oscuridad llega, los padres se van y ya no estará permitido jugar, leer ni realizar ninguna actividad divertida. En estos casos, no se trata de miedo, sino más bien de inquietud e impotencia, por lo que ya no se puede hacer.
Otro motivo para que los niños teman a la oscuridad, es el cambio de casa. Mudarse representa tener una habitación nueva y esta puede despertar la imaginación hacia lo más inimaginable. El miedo a la oscuridad, frecuentemente, aparece al momento de ir a la cama a dormir. Si un niño le pide a sus padres no apagar la luz a la hora de dormir, puede estar deseando no vivir la experiencia del miedo a la oscuridad o que quiere alargar su día.
Si los padres detectan que el rechazo a la oscuridad está vinculado con el fin de las actividades del día, porque lo que desee el niño es poder seguir jugando o desean estar más tiempo con sus padres, la única solución es mantenerse firmes en cuanto al respeto de la hora de ir a dormir. El niño aprenderá esta rutina y entenderá que sus excusas no le son de utilidad y se dormirá tranquilamente.
En el caso que los padres detecten que su hijo está asustado y tiene miedo a la hora de ir a dormir, no se debe menospreciar la situación, en estos casos, se debe hablar con el niño y en todo momento demostrar comprensión y cariño. Prestarle más atención, contarle historias positivas y alegres, y escuchar que tal estuvo su día. Esto le ayudará a relajarse, a distraerse hasta que logre conciliar el sueño.
Colocar en la habitación del niño una lámpara con luz tenue o luz en los enchufes de tomacorrientes, por lo general, es buena solución para que el niño no esté totalmente a oscuras. Otra solución, muy aplicada, es darle al niño un peluche o muñeco que quiera y así se sentirá acompañado en las noches. Para que un niño se sienta con más seguridad, se puede dejar encendida alguna luz del pasillo y no cerrar la puerta de la habitación.
¿Has perdido el control de tu vida por tus miedos?
Queremos ayudarte a superar tus temores, fobias y la ansiedad que te generan. Si nos aportas más información sobre tu
situación podremos entender mejor lo que pasa en tu relación:
¿Cuál es la principal causa que te hace perder el control o te genera ansiedad?
Miedo a las interacciones sociales (Fobia social).
Miedo a los espacios abiertos (Agorafobia).
Miedo a los espacios cerrados (Claustrofobia).
Síndrome de la cabaña o fobia a salir de casa.
Miedo a los virus, bacterias y la contaminación (Misofobia).
Miedo a los entornos sanitarios (hospitales, ambulatorios, CAP)
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La eritrofobia, también conocida como miedo o fobia al rubor, es un trastorno de ansiedad caracterizado por un miedo exagerado y persistente a sonrojarse en situaciones sociales.