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El psicólogo Marcelo R. Ceberio señala que los padres superdadores desean proteger a sus hijos, pero la realidad es que también los están limitando.
No existe duda que el verdadero amor es el que manifiestan los padres hacia sus hijos. Ese sentimiento tan profundo trata de ser expresado por los progenitores mediante cariño, consejos, regalos y también su manutención. Pero hasta qué punto los padres superdadores proporcionan bienestar y seguridad, a continuación hablaremos sobre el tema:
Actualmente, clínicamente existen muchas parejas de padres jóvenes que demandan un cambio en sus hijos porque no realizan nada. El reclamo estaba enfocado a que con su actitud no disfrutarán de un futuro, ni de una posición activa para concebir los proyectos personales o profesionales.
Por lo general, estos padres han conversado con sus hijos en reiteradas ocasiones, pero ninguna de los consejos ofrecidos han tenido un efecto sobre la vida de sus hijos.
Frecuentemente, acudían a terapia con el anhelo de que sus hijos lograran progresar y concretar los deseos de sus padres. Comúnmente se trataban de familias de clase media-alta conformada por padres descendientes de inmigrantes pobres y con gran voluntad para el trabajo.
En la infancia y la adolescencia, estos padres habían tenido una vida de trabajo y sacrificio de sus propios padres, con muchas limitaciones y restricciones y, hasta una economía escasa. En su mayoría el trabajo y su profesión fueron impuestos. Hoy en día, estos padres son profesionales que han ejercido satisfactoriamente su profesión pero no desean que sus hijos vivan con las mismas restricciones que ellos han padecido.
Simultáneamente las quejas que tenían hacia sus hijos, se habían convertido en exigencias, desplantes y enojos acentuados en la familia ya que estos padres nunca dejaron de suministrarles sustento económico a través de una especie de sueldo.
En referencia a las soluciones probadas, se evidenciaba un doble juego para solucionar el desarrollo de sus hijos. Por una parte, se les exigía autonomía y por otro lado se les retenía a través de todos los cuidados hacia ellos.
Se les indicó a estos padres en terapia que si estuviesen en la posición de sus hijos costaría demasiado obtener su autonomía y dejar las comodidades que tienen (comida, carro, ropa, vivienda, sueldo y cosas extras). Los hijos vivían en una encrucijada debido a que la propuesta de evolución involucraba dejar las comodidades y comenzar una etapa de sacrificio.
Justamente, lo que ocurría era que los padres no aspiraban que sus hijos padecieran las limitaciones que ellos tuvieron para jugar, comer, estudiar, comprar, viajar y hacer cosas. Lamentablemente, este complejo no establecía límites en el dar ya que se consideraban culpables si pretendían colocarlos, siendo una actitud que perjudica tanto a padres como a hijos.
El cambio de los intentos ineficaces acarreó también un cambio en el sistema de costumbres y creencias de los padres, es decir, una reformulación de su vida y que no son malos padres si se restringía el dar a los hijos.
Se intentó dar coherencia al reclamo que ejercían con la intención de que los hijos lograran la autonomía con las acciones constantes. Por esta razón, pidieron menos y produjeron más, mientras se les establecieron limitaciones económicas a los hijos, lo que estimuló que estos se movieran por la restricción implementada por los padres.
Asimismo, con los padres superdadores se establecieron ciertas prescripciones tomando como referencia el dicho: “no hay que darles el pescado, hay que darles la caña y enseñarles a pescar”. Con este ejemplo de práctica clínica, no solo se encuentra la responsabilidad representativa de los hijos, sino las ocasiones frustradas de los padres que ayudan con los intentos constantes basados en la creencia similar.
En beneficio del cambio, hay que desmontar la creencia y la manera de asumir la educación de los hijos, aspecto que sostiene el problema. Si las soluciones utilizadas son sus sustentos y agravantes, se intentará desmontar más de lo mismo, acorralando así las ejecuciones ineficaces. Recurrirá a la técnica de la creatividad, para instalar en su posición una nueva iniciativa que facilite el rompimiento de la redundancia.
Si no se logra el cambio en los hijos, se debe al no cambio del punto de vista de los padres. Deshacerse del superdadorismo es concebir que no es un mal padre si llega a restringir el dar, si se les indica a evaluar la propias posibilidades, impulsando sus instrumentos para la autonomía.
Los padres superdadores requieren construir su historia personal y cerrarla, no proyectarla permanentemente en el deseo de sus hijos y mucho menos sentirse culpables si restringen dar. Este tipo de progenitores busca que sus hijos sean alegres y maduros, por lo tanto, deben tener de presente cuales son las acciones y decisiones que toman hacía su hijos para que resulten positivas.
Queremos ayudarte a superar los problema que existen en tu entorno familiar. Si nos aportas más información sobre tu situación podremos entender mejor lo que pasa en tu relación:
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