Síndrome de las falsas memorias

Tómate un momento para reflexionar sobre tus recuerdos de la infancia, como los veranos que pasaste cuando tenías tres años, tu primer día de colegio o lo que solías hacer los domingos por la tarde. Puede que tengas algunos recuerdos triviales o quizás no recuerdes nada en absoluto, lo cual es muy difícil. Sin embargo, ¿qué pensarías si te dijera que todos los recuerdos que tienes de tu infancia son falsos? Este fenómeno se conoce como falsas memorias (FM) y ha ganado popularidad en los últimos años entre los investigadores de la mente. Pero las inexistentes memorias no solo se limitan a la niñez, sino que pueden prevalecer durante toda la vida.

Los seres humanos nacen menos desarrollados que otros animales, por lo que una de las hipótesis más aceptadas por los investigadores en neuropsicología explica por qué no podemos recordar nuestra infancia más temprana. Esta hipótesis sugiere que los niños no pueden retener sus recuerdos porque su cerebro aún no está lo suficientemente desarrollado. Según Sheena A. Josselyn y Paul W. Frankland, el hipocampo, la estructura cerebral responsable de la memoria, se encuentra en pleno desarrollo durante la infancia, lo que hace imposible la consolidación y posterior recuperación de los hechos vividos. Sin embargo, esto no significa que los niños sean demasiado pequeños para darse cuenta de cosas. Durante estos años, la educación, el apego y las vivencias que experimenta el niño influyen en su desarrollo, y moldean su cerebro de diferentes maneras. Entonces, ¿qué pasa con todos los recuerdos que tenemos? Desafortunadamente, son falsas memorias creadas por recuerdos implantados.

Las falsas memorias se pueden clasificar en dos tipos: FM implantadas y FM espontáneas. La diferencia entre ellas radica en la fuente de donde provienen. Las FM implantadas se generan a partir de información externa, como comentarios o historias que escuchamos de otros, mientras que las FM espontáneas se originan a partir de procesos internos del funcionamiento de la memoria. Sin embargo, ambos tipos pueden generar recuerdos falsos. Por lo tanto, todos los recuerdos que tenemos de nuestra infancia se crean a partir de comentarios o historias que hemos escuchado, lo que forma nuestra imagen mental y recuerdo posterior. Pero como se mencionó anteriormente, las falsas memorias no son exclusivas de la infancia y los adultos también pueden generar recuerdos falsos.

Un ejemplo de cómo las falsas memorias pueden influir en los adultos se refiere al accidente aéreo del vuelo 800 de TWA, que ocurrió en Estados Unidos en 1996 y dejó 230 muertos. Algunos testigos describieron el accidente como si fuera un ataque de misiles al avión, y esta teoría inicialmente se aceptó como una posible causa del accidente. Aun así, las pruebas confirmaron que el avión no se precipitó debido al impacto de un misil, sino más bien por una chispa eléctrica que inflamó el combustible de los depósitos. Un análisis sobre por qué algunos testigos afirmaban haber visto un misil sugiere que la información podría haber sido sugerida a los testigos, lo que generó especulaciones, siempre tomando en cuenta que nuestros recuerdos no son inmutables y pueden ser influenciados por diversos factores.

Es importante tener en cuenta que las falsas memorias pueden tener consecuencias graves en la vida de las personas, especialmente cuando se utilizan como pruebas en casos judiciales. Es por eso que los profesionales de la psicología y la neuropsicología han desarrollado diversas técnicas para distinguir entre los recuerdos reales y las falsas memorias.

En conclusión, las falsas memorias son una realidad a la que todos estamos expuestos, y pueden ser creadas tanto por factores externos como internos. Es importante ser conscientes de que nuestros recuerdos no son inmutables y pueden ser influenciados por diversos factores, y que las falsas memorias pueden tener consecuencias graves en nuestra vida. Es por eso que es importante estar informados y tener en cuenta la posibilidad de que algunos de nuestros recuerdos puedan ser falsos.