En el transcurso de nuestra vida, es probable que más de una vez hayamos sentido que alguien nos observa. Sentirse observado ocurre a menudo y, según el origen y los parámetros con que se presente esta sensación, puede ser considerado algo normal o un síntoma psicopatológico. Para profundizar acerca de este tema, presentaremos los matices más importantes. 

Habitualmente, cada evento psicológico que el sistema nervioso es capaz de hacer vivir al ser humano ha llegado a través de la evolución. Como fruto de la selección natural, se presenta una función adaptativa con el objetivo de obtener beneficios propios para aumentar la probabilidad de sobrevivir. 

El sentirse observado o saber que alguien está constantemente mirando a una persona, le permite evaluar las amenazas que rodean su entorno. Efectivamente, darse cuenta que se está siendo observado puede defendernos de varios peligros, porque esa sensación podría presagiar malas intenciones y, disponernos para enfrentarlos o huir. 

Al mirar a los ojos podemos descubrir actitudes, emociones, estímulos y pensamientos. No obstante, los bebés recién nacidos tienen un interés constante sobre la zona ocular, una vez que han aprendido a reconocer el rostro humano. 
Adicionalmente, las miradas ofrecidas a nuestros similares pueden reflejar un sano interés sexual y la procreación. Poder conocer quién nos mira con deseo nos avisa de probables acompañantes sexuales y a su vez, nos permite analizarlos. Si existe un interés recíproco, poder detectar esa mirada secreta hace posible la supervivencia del ser humano como especie. 

En conclusión, las miradas establecen una muestra de interés positivo o negativo. Por lo tanto, no cabe duda que el cerebro sea capaz de generar herramientas psicológicas para poder descubrirlas, pero dependiendo de distintos factores, puede ser algo normal o una situación psicopatológica. 

Sentirse observada, es una asunto de percepción 

El ser humano no tiene la capacidad de procesar conscientemente todo lo que percibe a través de los sentidos. Solamente una parte de lo que recibe entra en la consciencia y, una fracción de ello llega a ser importante en la consciencia para guardarse en la memoria. 

Por esta razón, gran parte de lo que es percibido se realiza de forma inconsciente. Del mismo modo sucede con el campo visual, el cual recolecta mucha información de la cual no se es consciente. Realmente, solo se atiende de forma consciente una pequeña parte de lo que se ve. Es decir, el cerebro recoge que alguien se encuentra mirándonos para luego obligarnos a fijar la atención sobre esa persona. Se asume que nos estaban mirando, pero la realidad es nos hemos dado cuenta de manera subliminal. 

El término subliminal se refiere a aquello que se encuentra por debajo del umbral de la conciencia, siendo a veces estas señales muy ligeras. 
La atención no consciente puede descubrir algunas actitudes sospechosas, movimientos corporales, sonidos no esperados, señales proxémicas, información gestual y otros estímulos que pueden despertar alerta y observar a la persona que probablemente está mirándonos. Aunque resulta físicamente imposible que se hubiese visto a los ojos, se procesa otro tipo de información relevante. 
 

¿Qué es el fenómeno de profecía autocumplida? 

El fenómeno de la profecía autocumplida ocurre cuando se piensa que algo va a pasar y, al momento de pensarlo, termina por suceder. Lo que está sucediendo es que el individuo piensa de manera constante que algo va a suceder, hasta actuar de una manera en la que es muy probable que este acontecimiento termine pasando. 

Comúnmente, ocurre que una persona está convencida que un empleado va a atenderlo de manera apática y al contactarlo lo hace de temerosamente o con malos modales, haciendo más probable que, le responda como pensaba que sucedería. De la misma manera, si se llega a pensar que otras personas tienen buenas intenciones, la presencia en la persona de una sonrisa hará factible que reciba un mejor trato, tal y como se anticipó que sucedería. 

¿El paranoidismo aplica en todos los casos? 

En algún un instante, cualquier persona puede actuar de manera paranoide. Aunque es más probable que suceda cuando somos pequeños y débiles. Podemos encontrar a una persona psicológicamente saludable, pero puede sentirse observada si se encuentra de noche, sola y en un sitio que no conoce. 

No obstante, existen personalidades y psicopatologías que son más propensas al pensamiento paranoide y lo viven de manera continua, lo que produce una molestia significativa y problemas de adaptación en los entornos de su vida. 
La principal característica de la paranoia es la desconfianza, un sentimiento que obliga a estar permanentemente atento y en alerta. La persona con pensamiento paranoide puede haberse sentido agredida en su pasado de forma continua, normalmente en su niñez y por personas cercanas. 

Por lo general, las personalidades paranoides, antisociales, evitativas y narcisistas frecuentemente desconfían excesivamente de su entorno y se muestran continuamente alertas. En su alrededor sobreestiman las amenazas debido a un sentimiento de debilidad, que se encuentra en su interior, y que en muchos casos la persona no es consciente de su presencia. Adicionalmente son personalidades defensivas, egocéntricas, con tendencia a sentirse observadas. 

Por otra parte, la esquizofrenia paranoide se caracteriza, por desconfiar de las intenciones de las otras personas hasta el punto de concebir ilusiones de persecución. 
De igual forma hay otros estados psicóticos, que pueden ser provocados por sustancias o los derivados de una depresión, que pueden hacer creer que otros lo están observando. 

Si una persona que padece de alguna de estas psicopatologías se siente muy observada, generándole el sentimiento de ser distinto o de estar siendo juzgado. También, al actuar de manera extraña o confusa, puede atraer hacia su persona la atención de los demás, incidiendo en una profecía autocumplida. 

A  lo largo de la vida, cualquier persona puede sentir que la observan en diferentes ocasiones, la clave para comprobar si es una situación saludable o no está en saber comprender más allá de la situación.