Autor:
Psonríe
Se conoce como reglas familiares a aquellos pactos que restringen o permiten una serie de comportamientos dentro del núcleo de la familia. A diferencia de las normas existentes en las escuelas u otras instituciones, las reglas familiares no se encuentran escritas, ni representan un reglamento que los integrantes firman. En muchas ocasiones, ni los involucrados están consciente de cuáles reglas son las que practican o divulgan.
Todas las familias tienen sus reglas, pero en su mayoría estas no llegan a definirse de manera explícita. Igualmente, no todas estas normas son duraderas o inalterables. Algunas permanecen a lo largo de mucho tiempo, inclusive pueden durar eternamente, pero otras pueden ser pasajeras o nunca han llegado a materializarse aunque fueron acordadas.
Por lo tanto, las reglas familiares tienen distintas jerarquías, dando lugar a tres niveles de normas:
Las reglas familiares cuentan con diferentes jerarquías, pero también existen de distintos tipos, según el grado de conocimiento que implica cada una de ellas. La manera en que se manifiestan estas normas definen los valores y ejemplos para cada integrante de la familia.
La mejor práctica para definir las reglas familiares es acordarlas primero con la pareja y luego con los hijos. No obstante, no todas las familias utilizan esta práctica. Lo recomendable es que estos pactos se originen de forma implícita o nunca se realicen. Trayendo como consecuencia cierta confusión en los miembros de la familia sobre lo que está prohibido, autorizado o es admitido o inadmitido.
La regla familiar es funcional cuando se practica y se aplica diariamente como elemento que facilita y proporciona buena calidad en la relación de sus integrantes. Para que esto sucede, el acuerdo debe ser explícito, pero debe contar con un margen flexible. Los acuerdos demasiado rígidos producen rebeldía o ausencia de independencia.
En referencia a las reglas disfuncionales también se definen cuando involucran contradicciones o avalan situaciones destructivas.
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