Adultos controlados por sus padres

Problemas de familia

Adultos controlados por sus padres

Son numerosos los padres que controlan a sus hijos adultos desde cerca e incluso desde la distancia.

Psonríe Autor: Psonríe

Ser objeto de constantes reclamos, recibir consejos que no se solicitan, hacer uso del chantaje, recomendar lo que se debe o no hacer, es la forma en que los padres buscan controlar a sus hijos adultos. 


Son numerosos los padres que controlan a sus hijos adultos desde cerca e incluso desde la distancia. Sin importar que su hijo haya dejado el núcleo familiar, tenga su propia familia y una vida separada. Esta dependencia sigue sin romperse y se continúa alimentando por ese amor contaminado que tiene por objetivo lograr que se sigan necesitando de los padres. 


De llegar a preguntarse qué hay detrás de esta necesidad de controlar, la respuesta es muy sencilla: el que busca controlar quiere tranquilizar una sensación de carencia. 


En este escenario, los padres lo que quieren conseguir es defenderse de la soledad convenciendo a sus hijos de que siguen siendo indispensables para ellos. Al encontrarse los padres cerca y dominantes sobre su hijos, les da la sensación de que siguen siendo útiles, de tener poder y calmar su autoestima baja, donde esa personalidad distorsionada no observa el sufrimiento que ocasiona su comportamiento. 


Las estrategias deben ser muy elaboradas, pero quien ha tenido una vida llena de manipulación psicológica siempre utiliza caminos y tácticas, sin tomar en cuenta que el hijo está viviendo en el mismo hogar o se encuentre fuera. Los elementos controladores siguen expandiéndose y asfixiando con gran habilidad. 

Como se ha señalado en este artículo, el padre que controla lo hace por una sensación de carencia, pero también porque tienen miedo a que la vida de su hijo continúe con independencia, firmeza, madurez y libertad lejos del hogar familiar. Si un hijo llegase a intentar asumir las propias direcciones de su existencia, será interpretado por su padre como una ofensa o irrespeto que estará acompañado por preocupación, ira, rabia e intranquilidad. 


Observar cómo los hijos intentan en un determinado momento tomar sus decisiones en su entorno personal o laboral puede ser interpretado como más que una amenaza. Es más, el progenitor controlador le hará ver que con esa decisión lo que ha conseguido es solamente hacerle daño. 


Este tipo de padres solo levantan muros para que la vida no siga su camino, para que el día a día de su hijo se bloquee por completo. 



¿Cómo son los padres que controlan a sus hijos adultos? 


Los padres que controlan a sus hijos lo hacen de manera disfrazada, dolorosa e indirecta. Es un tipo de manipulación tan desleal que los hijos no saben cómo explicarlo cuando asisten a terapia psicológica. 


Los padres controladores siempre están para lo que ellos definen como ayuda, que en apariencia es bien intencionada, pero el único motivo por el cual existen es dominar. Así, el que ayuda a nivel económico, el que realiza ciertas tareas, les sirve para controlar, ejercer autoridad y seguir chantajeando. 


Por otra parte, también utilizan esa manipulación emocional sobre el hijo para generar la sensación de culpa constante, de estar abandonando, lastimando o traicionando al progenitor. 


El control también se llega a ejercer con la palabra, muchos de esos consejos arrastran órdenes y que no titubean en decir aquello que es por el bien, porque ellos saben lo que es más conveniente. 



¿Cómo escapar de los padres controladores? 


Debe reflexionarse sobre la relación existente entre padres e hijos, tomando conciencia (sin importar la edad que se tenga) sobre si esta relación brinda bienestar o cambia la calidad de su vida. 


Debe estar claro con sus padres sobre cuáles comportamientos está dispuesto a aceptar y cuáles no. 
Definir límites precisos es un ejercicio de salud. De no llegar a respetarse, si reaccionan mal y hacen uso del victimismo indicando que están siendo abandonados, debe evitarse caer nuevamente en este escenario negativo. 


Lo más beneficioso ante estos casos es hablar con los padres sobre cómo se quieren llevar las cosas por el bien de la relación familiar. Además, no se debe descuidar otro aspecto fundamental como el sanar todos los años de desgaste y manipulación constante. Estas heridas suelen dejar como consecuencia una baja autoestima e incluso estrés postraumático. 
 

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