Cómo te puede ayudar la psicología en los tiempos de crisis

Las crisis son experiencias dolorosas que con frecuencia destruyen proyectos, causan sufrimiento, interrumpen carreras profesionales y, en casos extremos, nos privan de seres queridos. Dado el alto costo que conllevan, es importante considerar también los beneficios que estas situaciones pueden aportar. Siempre se ha dicho que el progreso está intrínsecamente ligado a las crisis. Esto es verdad, ya que los períodos de estabilidad pueden llevar al estancamiento y a la explotación excesiva de modelos de negocio muy consolidados. Un giro inesperado en nuestras trayectorias nos impulsa a repensar y actuar de manera diferente.

Resulta muy esclarecedor analizar los procesos desencadenados cuando la realidad nos sorprende, presentándonos situaciones que nunca habíamos previsto y desafiando nuestra gestión de riesgos. He tenido la oportunidad de identificar los beneficios individuales, organizacionales y sociales que surgen en momentos de crisis. Sin pretender ser exhaustivo, a continuación, presento algunos de estos beneficios que espero podamos aprovechar.

Vacuna contra la arrogancia

Las crisis ponen de manifiesto una paradoja muy propia de nuestra época: cuanto más seguros nos sentimos, más impactantes son los cambios inesperados. Por esta razón, las crisis son un antídoto efectivo contra la arrogancia. Nos hacen apreciar la grandeza de nuestros logros, pero también reconocer la fragilidad en la que se sustentan. Los cambios disruptivos nos ayudan a crecer a través de una evaluación realista, en lugar de basarnos en la ingenuidad o la prepotencia.

Mayor comprensión de personas y organizaciones:

Las crisis son laboratorios excepcionales de comportamientos humanos. Revelan nuestra verdadera naturaleza como individuos, organizaciones y sociedades. En situaciones previsibles, nuestras respuestas suelen ser reacciones preprogramadas ante situaciones típicas. Solo en situaciones inciertas descubrimos quiénes somos en realidad. En estos tiempos, presenciamos actos heroicos, generosidad y entrega por parte de muchas personas, aunque también experimentamos decepciones. En cualquier caso, las crisis nos muestran la verdad, sin máscaras ni fachadas.

Calidad del liderazgo:

La calidad del liderazgo se manifiesta plenamente en contextos de incertidumbre. Son situaciones donde nos vemos desbordados y nuestra planificación de contingencia nos resulta insuficiente. En tales circunstancias, es tentador atribuir un desempeño inicialmente frustrante a la imprevisibilidad del entorno. Solemos pedir comprensión a la sociedad y a nuestros stakeholders, asegurando que los resultados se deben a una crisis inesperada. Sin embargo, es en esos momentos cuando se identifica a un verdadero líder. Quienes pueden gestionar situaciones predecibles son simplemente buenos administradores, lo cual es valioso pero diferente.

Cohesión social y de equipos:

El tipo de liderazgo necesario en tiempos de crisis es aquel que fomenta la unidad en lugar de la unanimidad. La unidad implica que todos comprendan y compartan un objetivo común. El líder en estos momentos se centra en definir metas y mantener el objetivo en la mente de todos. En cuanto a los medios para alcanzarlo, puede y debe haber espacio para el desacuerdo. Un buen líder es capaz de lograr que personas diversas, con opiniones e intereses distintos, trabajen juntas en un proyecto común. Los líderes excepcionales hacen que la diversidad no solo no sea un obstáculo, sino que se convierta en una herramienta clave para crear valor.

Fomento de la solidaridad:

En tiempos de crisis, es crucial promover la solidaridad y la colaboración hacia un objetivo común. Esto no solo es compatible con, sino que requiere la gestión de la pluralidad y la diversidad. Los líderes amplían los espacios de libertad y aprovechan el potencial de personas con diferentes ideas y perspectivas.

En contraposición a la dinámica común en muchas organizaciones, el líder no solo es el defensor de lo establecido; es, sobre todo, el impulsor del cambio. Las situaciones relativamente estables no demandan líderes, sino excelentes supervisores. Un líder auténtico sabe interpretar señales que otros pasan por alto, lo que le permite diseñar una estrategia para atender tanto las demandas actuales como las futuras.