Dentro de los ámbitos que utilizamos para la construcción de la imagen propia que cada uno tiene de sí mismo, existen dos nociones que conforman la médula espinal de la autovaloración: la autoestima y el autoconcepto.
Dentro de los ámbitos que utilizamos para la construcción de la imagen propia que cada uno tiene de sí mismo, existen dos nociones que conforman la médula espinal de la autovaloración: la autoestima y el autoconcepto.
Aunque en variados artículos han podido confundirse e incluso utilizarse como sinónimos, ambos arropan aspectos muy distintos de nuestra psiquis.
El autoconcepto
Entonces, por un lado tenemos al Autoconcepto como la pieza cognitiva del rompecabeza que conforma la auto imagen. Está formado por las ideas, por la información real que tenemos de nosotros. Es comprobable y está conformada por los conocimientos, las habilidades, las características en el plano cognitivo que nos diferencian de los otros.
La autoestima
La Autoestima es la valoración subjetiva propia. Esa voz interna que nos repite lo bueno o lo malo, que nos castiga o premia. Está relacionada con la parte emocional y afectiva. Sus alteraciones, tanto positivas como negativas, conllevan consecuencias importantes en la valoración personal y en la interacción social de la persona.
Otra de las maneras más simples de reconocer de cuál hablamos es la capacidad de ser descritas en palabras. Es decir, los componentes de un alto Autoconcepto pueden ser descritos a otras personas de manera clara y definida. Sin embargo, la Autoestima no podemos limitarla con adjetivos y categorías. Por estar ligada a las emociones, suele ser más complicada y es muy común que los otros no entiendan nuestra manera de explicarla.
¿De dónde surge el Autoconcepto y la Autoestima?
La sección del cerebro de la que surgen el Autoconcepto y la Autoestima también son muy diferentes. Armamos cada ámbito desde una zona distinta. De acuerdo al concepto del Cerebro Triúnico, creado por el investigador Paul MacLean por la década de los 60, el Autoconcepto surge del Cerebro Racional que es el sector que se encarga de la supresión emocional, donde se fijan los conocimientos. Factores pragmáticos como la percepción del tiempo, estudios académicos, habilidades aprehendidas, etc, se fijan en esta parte. Por su lado, la Autoestima emana del “Cerebro Emocional” que es algo así como la casa matriz de nuestras emociones y sentimientos. De aquí surgen las respuestas emotivas, nuestro concepto de felicidad y bienestar, las respuestas naturales de supervivencia, el miedo. Es decir, no está fundamentado en realidades o hechos sino en cómo los percibimos.
Es por esta razón que la Autoestima es más complicada de cambiar que el Autoconcepto. El primero se encuentra ligado de manera muy íntima a las huellas emocionales del pasado y lo que hemos sentido en situaciones particulares. Por ende, se construye desde la experiencia emotiva, donde las leyes de la lógica no tienen sentido. A diferencia del segundo, que depende de los hechos comprobables y del sentido común, de las realidades. Entonces, por estar determinado por pruebas comprobables y ser fácilmente explicable, puede mejorar muy rápido porque nuestro cerebro se encarga de hacer el mapa mental de la realidad, construyendo una imagen en función a lo objetivo.
Lo interesante de cómo la mente humana desarrolla la idea de nosotros mismos es que los límites entre uno y otro suelen ser bastante flexibles, proporcionándonos herramientas para aumentar la autoestima mediante la fortaleza real del autoconcepto.
Tenemos que ser observadores y actores activos de nuestros fenómenos mentales, determinar los procesos por los que atraviesa la psiquis para aprender a separar ambos conceptos y entender cuándo debemos apoyarnos en la realidad del autoconcepto para que la subjetividad de la autoestima no haga altere nuestro bienestar.
Queremos ayudarte a mejorar tu autoestima. Si nos aportas más información sobre tu situación podremos entender mejor
qué la provoca: