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Nuestros hijos necesitan un poco de libertad para que logren vivir con autonomía, así podrán conformar su identidad, sus opiniones y sus propias creencias, esto les permite dirigir su trayectoria hacia la vida de adultos. Si los padres atamos emocionalmente a nuestros hijos, se criarán teniendo muchos obstáculos en su desarrollo personal, convirtiéndose en hijos ancla.
Algunos padres, desde muy temprana edad de sus hijos, comienzan a pensar en cómo influir en el destino de sus hijos en función de sus propias necesidades y preferencias. Le asignan responsabilidades que no les corresponden, adelantándose al futuro. También suelen ver en sus hijos un refugio ante su soledad de enfrentar la vejez, así mismo, ponen su esperanza de que los hijos mayores puedan cuidar de sus hermanos menores o que continúen con alguna tradición o legado familiar. Muchos padres consideran que su estabilidad económica y emocional están sujetas a que sus hijos se encuentren conviviendo con ellos. Estos padres, solo demuestran que son víctimas de sus propias inseguridades y miedos, si no han logrado superarlas las terminan transmitiendo a sus hijos, en su mayoría no son conscientes, aun así le hacen daño a sus hijos.
Muchos padres utilizan palabras de desvalimiento para alcanzar la manipulación de sus hijos, con el tiempo, estas manipulaciones se convierten en un mandato y casi una condena. Esta relación es poco sana, y se transforma en una especie de contrato que los hijos deben cumplir. Los hijos pueden optar por renunciar a sus propios planes, en algunos casos, sacrifican la posibilidad de formar su propia familia, aceptar oportunidades profesionales o de formarse en algún lugar específico, casi todos sus planes deben incluir a sus padres, casi como un requisito indispensable de vida.
Los hijos asumen la responsabilidad de la felicidad y bienestar de sus padres, sin importar lo que cueste. Los hijos asumen el rol de protectores de sus padres, lo que puede ser una enorme carga emocional, sienten culpa si viven su vida de manera independiente. Un hijo ancla, sigue viviendo en el que fue su hogar desde su infancia, con parte de su destino asignado. En otros casos, los hijos forman sus propias familias, pero el dilema con sus padres puede hacer que retrocedan, terminan divorciándose para volver a vivir en el hogar de sus padres.
Es muy probable, que los padres traten a sus hijos según la educación que recibieron ellos, y por ende, esos problemas no resueltos de los padres influyen en la próxima generación, y en algunos casos prolongarse más allá. Esta situación trae como consecuencia la frustración de los hijos, los cuales no tendrán una mayor expectativa en la vida. Al tener un hijo ancla, los padres quieren usarlo como una muleta, lo quieren forzar a que se olvide de su propia vida y existencia. Los hijos reprimen sus deseos y necesidades, por mantener el supuesto amor incondicional de sus padres. Pero en realidad, este afecto es neurótico e irracional, en algunos casos, estos hijos ancla sienten estar perdidos si sus padres fallecen, no saben qué hacer con su vida y su libertad.
Esta situación puede ocasionar sentimientos de odio-amor hacia los padres, es decir, en algunos casos esto es motivo de reclamos y altercados permanentes entre ambas partes, cuando la relación es persistente se vuelve en algo muy enfermizo. Esta situación entre padres e hijos ancla, dificulta la libertad e impide la realización de metas y deseos, es así como se alimenta la baja autoestima y la inseguridad en el hijo ancla.
La vida no se puede ver como una serie continua de sacrificios atados a un concepto de amor malentendido, esto traerá consecuencias, pueden derivar problemas en el funcionamiento psíquico serios, como un trastorno obsesivo-compulsivo o alguna fobia. También, la responsabilidad que se vive al incumplir las órdenes y mandatos de los padres, puede degenerar en enfermedades somáticas o algún otro tipo de trastorno. Esta situación tiene una repercusión importante en el organismo del hijo ancla, porque la carga que debe llevar va a superar todas sus capacidades.
Lo más importante, es que los hijos pueden adoptar una actitud positiva con sus padres, esto no quiere decir que ellos deban definir el futuro de sus hijos. En la actualidad, criar a nuestros hijos debe permitirles ser independientes y responsables, que percuta de una forma beneficiosa en los hijos, y así contribuir con el bienestar de sus padres. En estas situaciones, cuando se presentan dificultades, los hijos siempre estarán pendientes a contribuir con sus padres en la medida de lo posible. Así mismo, es complicado que se presente una ruptura de la relación padres-hijos. Para los padres no debería existir mayor satisfacción que ver a sus hijos ser independientes y sostenerse por sus propios medios. Que logren ser felices con la vida que hayan decidido vivir, siendo una figura importante en ella, por haberles permitido y dar las herramientas necesarias, para crecer y evolucionar en la vida.
Queremos ayudarte a superar los problema que existen en tu entorno familiar. Si nos aportas más información sobre tu situación podremos entender mejor lo que pasa en tu relación:
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