El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es una condición de desarrollo neurológico que afecta la estructura cerebral y la comunicación de los mensajes entre diferentes áreas del cerebro.
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es una condición de desarrollo neurológico que afecta la estructura cerebral y la comunicación de los mensajes entre diferentes áreas del cerebro.
Se cree que el TDAH es resultado de una combinación compleja de factores ambientales y genéticos, aunque también tiene una fuerte predisposición hereditaria. Aunque el TDAH se manifiesta desde la infancia, cada vez más adultos están siendo diagnosticados por primera vez, ya que en el pasado esta condición no era tan reconocida ni comprendida como en la actualidad.
Muchas personas con TDAH tienen fortalezas particulares, entre las cuales se incluyen:
- Capacidad para enfocarse intensamente en aquello que les interesa.
- Disposición a asumir riesgos.
- Flexibilidad y espontaneidad.
- Habilidad para lidiar con situaciones de crisis.
- Pensamiento creativo y capacidad para pensar de manera no convencional.
- Energía inagotable.
- Tendencia a ser optimistas.
- Motivación impulsada por plazos cortos, preferencia por trabajar en ráfagas intensas en lugar de sesiones prolongadas.
- Habilidad para percibir detalles con facilidad.
Estas fortalezas pueden ser características destacadas en las personas con TDAH.
Los adultos con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) enfrentan desafíos significativos en el ámbito laboral. La eficiencia y las relaciones interpersonales, entre otros aspectos, son áreas en las que suelen experimentar dificultades.
Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud realizado en 10 países, aproximadamente el 3.5% de los trabajadores padecen TDAH, lo que puede tener un impacto significativo en sus familias, en ellos mismos y en la productividad económica. Los adultos con TDAH presentan tasas más altas de abandono laboral, cambios frecuentes de empleo y una sensación general de insatisfacción con su trabajo.
Los problemas comienzan desde la búsqueda de empleo. Debido a sus dificultades de atención, les resulta complicado completar formularios, currículos y otros documentos requeridos para las solicitudes. Durante las entrevistas de trabajo, tienden a distraerse, divagar y expresar sus deseos y necesidades de manera poco concreta.
Una vez empleados, tienden a adaptarse mejor a tareas creativas y activas. Si se les asignan actividades monótonas, pueden sentirse frustrados y desmotivados, lo que afecta su eficiencia. También pueden presentar dificultades para cumplir con los plazos, posponer tareas, experimentar aburrimiento, gestionar el tiempo de manera deficiente, olvidar y carecer de organización.
Además, su falta de paciencia, baja tolerancia a la frustración, inquietud, irritabilidad y dificultad para escuchar a los demás en reuniones de trabajo pueden generar problemas adicionales en las relaciones laborales. Para cumplir con las demandas laborales, los adultos con TDAH suelen tener que trabajar más horas y en momentos con menos distracciones ambientales, como temprano en la mañana o después del horario regular, lo que puede afectar su salud mental y generar dificultades en sus relaciones familiares y sociales.
Las enfermedades coexistentes, como el abuso de sustancias, la ansiedad, la depresión y la baja autoestima, pueden complicar aún más el proceso. El diagnóstico y el tratamiento adecuados del TDAH pueden ayudar a restaurar la funcionalidad. Esto puede incluir el uso de medicamentos y el apoyo psicológico y laboral. Antes de abordar el problema, es importante evaluar si el tipo de trabajo es adecuado para las características individuales de la persona. Los empleados con TDAH pueden ser eficientes y muy trabajadores, solo requieren un alto grado de motivación.
Es recomendable que los adultos con TDAH utilicen una agenda, una lista de tareas (to-do list) y relojes con alarmas. En la actualidad, existen numerosas aplicaciones que pueden resultar de gran ayuda, aunque el uso de dispositivos electrónicos también puede fomentar la procrastinación, especialmente a través de las redes sociales. Fraccionar tareas largas en tareas más pequeñas, con breves descansos entre ellas, suele ser útil. Además, la cooperación de un compañero organizado cercano puede ser beneficiosa.
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