Indecisión en el ámbito laboral

La indecisión es como un disfraz que nos ponemos y que, al hacerlo, nos entorpece en distintos ámbitos y momentos de nuestras vidas, entre ellos el ámbito laboral.

¿Tienes o no tienes decisión?

Pues habrá quien sienta que duda con todo y habrá quien se sienta con seguridad en determinadas compañías y acciones, pero que sienta una total e incómoda situación e otros aspectos.

¿De qué depende?

Sentir indecisión el ámbito laboral suele estar muy relacionada con otras inseguridades en tu persona y/o vida cotidiana. De hecho puedes observar si tu indecisión dónde se manifiesta, si siempre ha estado ahí o desde cuándo y si puedes detectar oscilaciones según el momento de vida que estás atravesando.

En el trabajo se ponen a prueba tus recursos y capacidades, y con ello tu autoconcepto se ve vulnerable. Aquellas creencias que están detrás de lo que significa tener éxito, ser capaz y valer, tienen un gran papel.

Los recursos que consideras que tienes disponibles y la capacidad que crees que tienes para usarlos son también dos factores que influenciarán tu capacidad de decisión.

Las experiencias pasadas a veces confirman y refuerzan creencias que suman indecisión por miedo a equivocarnos y las consecuencias que esto puede tener, y cuanto más miedo, más inseguridad mostramos, y cuanta más inseguridad menos claridad para pensar y entonces … “la catástrofe”.

La indecisión se agrava cuando creemos que las personas que hay a nuestro alrededor son seguras y no titubean ante las decisiones, y ante esa comparación todavía te sientes con mayor inseguridad, pero has de tener en cuenta que tan solo estás viendo el disfraz que lleva la persona puesto, pero poco conoces de lo que le ocurre por dentro. Con esto solo quiero decir que mires hacia dentro y no pongas tu capacidad en entredicho.

Dudar es algo natural, ya que cada vez que decides sabes que una opción no será. Toda decisión comporta una ganancia o beneficio, pero también una pérdida. Toda decisión comporta un riesgo. Y esto nos da miedo, no solo nos da miedo perder, sino que nos da miedo que no pueda ser tan bueno como podría ser, tememos no haber escogido lo mejor, lo que podría ser, queremos evitar a toda costa la responsabilidad de sentir que hemos hecho algo mal o no tan perfecto, sobre todo queremos que nadie nos deba llamar la atención, corregir o recriminar nada. Además, los pensamientos sobre “Qué pensarán de mí”, no querer parecer X, no querer desagradar, no nos ayudan.

¿Cómo trabajar la indecisión?

Centrarnos en evitar, tanto el posible fracaso como que la gente forme una imagen e idea de quien somos por ese acto, claramente no es la solución. Debes tener claro que un acto y decisión no te define como persona.

Trabajar nuestra propia seguridad a través de la observación de aquello que sí sabemos, sí sabemos hacer y de los recursos que disponemos es de gran ayuda.

Detectar creencias que provienen del presente y del pasado, tanto de familiares como de la sociedad que ligan nuestros actos a nuestro ser, que se centran en la exigencia, el fracaso y la pérdida, también será útil para poder deconstruirlas y generar un nuevo pensamiento más funcional y sujeto a la realidad.

Enfocar nuestra decisión a un criterio propio, validando ese criterio y asumiendo que puede no ser perfecto, simplemente es el tuyo y el que consideras ahora, por tus circunstancias presentes y recursos disponibles, que ahora es lo más apropiado, necesario o útil.

Hacer una renuncia consciente a aquello que es posible que no obtengas y centrarte en lo que sí vas a tener con aquello que estás decidiendo. Abraza lo que sí y haz lo mejor con ello.

Pide ayuda siempre que necesites, pero recuerda que la responsabilidad de decidir es tuya y está totalmente permitido equivocarse. Todo nos sirve para reconducir las decisiones futuras.