La importancia de la diversidad generacional

En el mundo empresarial, el consenso es claro: la diversidad es un activo invaluable. Se argumenta con fuerza que los entornos diversos nutren la innovación, un concepto respaldado por la evidencia. Un equipo homogéneo, regido por el pensamiento unidimensional, tiende a caer en la monotonía y la previsibilidad. La creatividad florece cuando se fusionan perspectivas contrastantes y únicas.

Aunque en teoría casi todas las organizaciones abrazan la diversidad, la realidad con frecuencia contradice estas declaraciones. La gestión de equipos "alineados", con niveles excesivos de conformidad, resulta más cómoda. Sin embargo, surge un dilema: la diversidad puede amenazar la cohesión social, un temor que a menudo es inaceptable para líderes que prefieren la familiaridad y la paz. Como un ejecutivo de la vieja guardia expresó de manera elocuente: "Dentro de esta organización, acepto todo, excepto la discrepancia".

La diversidad adopta numerosas formas, cada una beneficiosa cuando se comparte un objetivo común. En los últimos años, se ha enfocado en la diversidad de género, cultural, étnica, y orientación sexual, entre otros aspectos. No obstante, en ocasiones, se pasa por alto la riqueza que aporta la diversidad generacional: la sinergia entre jóvenes, profesionales y veteranos, coexistiendo orgánicamente en el mismo espacio.

Una suposición errónea es considerar que personas de diferentes edades, pero con un mismo trasfondo cultural, comparten valores similares. Esta suposición ignora las diferencias esenciales entre las generaciones y genera una paradoja interesante: organizaciones que fomentan la diversidad en otros aspectos a menudo mantienen relaciones problemáticas entre grupos generacionales. En la actualidad, muchas empresas albergan una pequeña cantidad de Baby Boomers, un contingente mayor de la Generación X y una gran cantidad de Millennials. Además, ya están ingresando los profesionales de la Generación Y, quienes carecen de recuerdos conscientes del siglo XX.

Esta diversidad genera formas sutiles pero efectivas de discriminación. Por ejemplo, "veteranos" en la organización sienten que su posición profesional se debilita debido a su edad, lo cual los excluye de ciertas oportunidades. Por otro lado, los recién llegados perciben condiciones laborales iniciales y perspectivas de desarrollo inferiores a las que tuvieron sus predecesores, incluso antes de demostrar su valía. Este sentimiento compartido se conoce como "resentimiento generacional". El resultado es un desperdicio de talento valioso, ya sea por la infrautilización del talento experimentado o la limitada exploración del potencial de los recién llegados. 

Superando obstáculos y fomentando la colaboración

Gestionar estas diferencias de manera efectiva es crucial. Sin una gestión adecuada, la divergencia generacional puede convertirse en una disfunción. Los jóvenes pueden desestimar a los veteranos por considerar su pensamiento como obsoleto, mientras que los veteranos pueden ver a los recién llegados como arrogantes e inexpertos. Energía valiosa se malgasta en debates infructuosos.

Recuerdo una empresa constructora que contrató jóvenes gerentes para enfrentar un cambio profundo en su entorno. Trabajando con estos directivos jóvenes, uno de ellos compartió: "La empresa necesita habilidades diferentes, pero no debemos olvidar que nuestros predecesores comenzaron en una época muy distinta y han entregado una empresa que abraza tecnologías como la impresión 3D y robots de construcción. El desafío es nuestro". Esta perspectiva encarna la actitud adecuada: la interacción mutua entre generaciones, donde los jóvenes respetan la experiencia de los veteranos, y estos valoran las nuevas ideas de los recién llegados.

En última instancia, la gestión de la diversidad generacional es esencial para crear organizaciones inclusivas y respetuosas con las diferencias. Más allá de las diferencias superficiales, se trata de cultivar un ambiente en el cual las distintas generaciones puedan aprender y crecer juntas. En este camino, se establece una cultura de colaboración y respeto, donde la experiencia y la innovación se entrelazan para impulsar el éxito a largo plazo.