Autor:
Esperanza Martínez Galindo
Con la cuarentena y la situación actual que tenemos en la pandemia de la COVID-19 no paro de animar a la gente a que haga deporte y, por supuesto, a sus hijos también. Pero para mi sorpresa, muchos padres me cuentan la negativa de sus hijos a hacer deporte con un “es que mi hija es muy floja”. Desde aquí os pido por favor que no hagáis esto con vuestros niños ni con nadie que tengáis alrededor.
Cuando a un niño, que está evolucionando, un mayor que para él es un referente y un ser superior, le dice que es torpe, que no va a poder hacer algo o que se va a caer, eso va a ser así. Porque va a tomar esas palabras como verdad y va a encaminar inconscientemente sus acciones a realizar conductas que lleven a cumplir la profecía. Incluso cuando se le dice “No te vayas a caer, no te pongas nervioso…” son frases que en un lenguaje negativo no le dan otra alternativa al cerebro que no sea caerse o ponerse nervioso. Si a ti te dicen que no pienses en un coche rojo, probablemente vas a pensar en un coche rojo.
Pero si te digo que pienses en un coche azul, conseguiré mi objetivo que es que no pienses en un coche rojo. Si sustituimos ese “no te pongas nervioso” por “tranquilo”, “lo vas a hacer bien”, “ya lo has hecho otras veces”, le estás dando recuerdos y señales a su mente de cosas que ya ha conseguido en otras circunstancias y que realmente pudo hacerlas, recordando así cómo lo hizo y proporcionándole tranquilidad y motivación por conseguir su objetivo.
Cada palabra o pensamiento desencadena una emoción y esta emoción, al final, un estado anímico u otras conductas que conforman nuestra personalidad. Por ello es fundamental el lenguaje con el que nos hablamos y hablamos a los demás. Con tus palabras puedes conseguir grandes objetivos o cortar las alas de los demás y de ti mismo. ¿Qué prefieres hacer?
Queremos ayudarte a superar los problema que existen en tu entorno familiar. Si nos aportas más información sobre tu situación podremos entender mejor lo que pasa en tu relación:
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